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De edenes y metrópolis

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Khar Asbeel, 18 de Abril de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 192

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    17 de Julio de 2015
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    Género:
    Hombre
    Manoteando en el barro del Edén
    busco la fruta sin consumir
    que me llevara a las praderas de lo vedado
    (eternidad en carne y alma)
    que hace rabiar a Dios y suspirar a Eva.

    Pero solo soy ceniza
    solidificada en hueso y amargura
    que despierta maldiciendo el alba y el espejo
    y el temblor de mis manos suicidas.

    Siento la sorna de Dios
    y el hambre de las ratas
    en los rincones sombreados de la ciudad
    preñada de odios venéreos
    y ángeles de ojos pútridos
    besando la piel muerta de niñas olvidadas.

    Mientras muerdo mis dedos
    siento el ardor de la noche en mis venas
    urgiéndome a entregas afiladas
    en el dédalo de insanias enclaustradas.

    Emparedo con miedos mi celda
    para ocultar mi caída a los ojos celestiales.
    Beso la osamenta de Adán
    sobre la cumbre feroz del negro Gólgota,
    aceptando la herencia de polvo
    y la marca flamígera de Caín.

    Descifro con ojos cerrados
    la senda de la serpiente.

    Voy derrochando el oro y la sangre
    en frutos vacíos de jardines artificiales,
    buscando en la piel de Evas por contrato
    el gusto amargo de absoluciones.

    El cielo es demasiado negro
    para que Dios mire por alguna rendija
    cómo voy acumulando pecados mortales.

    Y trazo con mis lágrimas
    la partitura enferma
    que habrán de descifrar
    los vagabundos mutilados
    y las sacerdotisas de Venus.

    Cambiamos las más altas cumbres
    por la humilde región del gusano.

    Entrego a la sordidez
    de esta metrópolis de sombras
    mi conciencia remendada,
    mis manos sin reposo,
    mis pies desollados de horizontes,
    mis ojos infectados de nubes,
    los poemas que herede al fuego,
    el hijo que huyo de mi destino.

    Entierro mi sombra en el barro del Edén,
    bajo la sombra del árbol emponzoñado,
    olvidando mi nombre y fuego
    en las rocas del templo más cifrado.
     
    #1
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