Dame tu mano, señor, dame tu mano.

Dame tu mano señor, dame tu mano.
No dejes que me pierda en este sin vivir.
En los entresijos de este amor amargo y torturado.
Fue cosa del ayer.
Pero hoy no sé si quiero volver a aquel pasado
que hoy me pide arrependtido que olvide
que un dia rompió mis ilusiones
y hasta el corazón me dejó helado.
Pero hoy vuelve,
yo que tanto lo amé
no se si puedo perdonar aquel engaño.
Dame tu mano, señor, dame y tu mano.

 

Buenas líneas Celinda.

La respuesta está precisamente en ti. ¿Qué apuesta es la más alta?... Tu vida?... la soledad?... ¿A qué le apuestas al amar?.

Gracias por compartir tu versar.