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Cuento

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por ArcadelosRecuerdos, 1 de Enero de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 2252

  1. ArcadelosRecuerdos

    ArcadelosRecuerdos Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Agosto de 2007
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    Érase que se era, un pastor bueno y paciente,
    hombre tranquilo y consecuente,
    de mente rápida y manos lentas,
    cariñoso y abigarrado a la tierra,
    que antes que a él, la vida le diera.
    Érase un pastor y sus ovejas,
    a las que cuidaba como hijas,
    con las que compartía caminatas y fogatas,
    trabajo y paseos cañada arriba,
    para volver, una vez mas, al hogar en el atardecer.
    Érase un perro pastor, fiel amigo,
    animal sincero y travieso, que correteando
    de un lugar a otro, acompañaba al rebaño y su dueño,
    un pastor bueno y paciente,
    de mente rápidas y manos lentas
    Érase un rebaño de ovejas lanudas y segureñas,
    de paso dócil y adocenado balido,
    que seguía fiel y acompasado a su pastor,
    ese hombre bueno y paciente,
    que las llevaba a verdes pastos,
    que entre chiflidos y pitidos, les indicaba el recto camino,
    la buena senda, la correcta vereda.
    Érase un lobo astuto y hambriento,
    de pelo gris y zaino,
    solitario y pendenciero,
    ladrón de gallinas, aullador de lunas,
    perseguidor de presas, amante de matanzas
    y bocados en la yugular del miedo.
    Estando el pastor, sentado sobre una roca,
    mirando el horizonte, perdido en sus pensamientos,
    ete aquí que llegó el lobo al encuentro,
    del manjar de ovejas desvalidas,
    canapes de algodón lechal y gregarios meees y beeees.
    El perro salió a su paso y le dijo, "quieto! este rebaño tiene dueño"
    "y de quien son estas ovejas apetecibles para mi boca?"
    "son de mi amo, un pastor bueno y sereno, que cuida de todas,
    incluyéndome a mi en ello"
    "Tendré, pues, que ir a ver a tu dueño, y que negociar con él, el precio
    de mi sustento y escabechina consentida"
    Se acercó el lobo al pastor absorto en sus cuitas y partidas de mus
    imaginadas en la soledad de la mañana de su vida rutinaria.
    "Buen pastor", le dijo "me dijo tu fiel perro, que sois el dueño de estas ovejas"
    "Te dijo bien, lobo, son todas mías y queridas como hijas"
    "Es mi condición, buen pastor, y tú lo sabes, la caza y el desangrando de mis presas,
    y ahora estoy en estas tierras, agrestes y de poca carnaza que llevarme a mi
    sedienta boca, y afilados colmillos, que desgarrar músculos y tendones, necesita,
    y te quiero proponer un trato justo, desde este momento"
    "¿un trato? ¿y de que se trata?", respondió el pastor
    "tienes muchas ovejas, y algunas de ellas, esperan descendencia, lo que te proporcionará más ovejas,
    y llegando a un entendimiento conmigo, podrías conservar un número adecuado para tu propio beneficio,
    pues de otro modo, perseguiría tu rebaño, cada día, y aún sin hambre, día sí y día también,
    daría buena cuenta de tus ovejas, y buena presa, al final del día me llevaría a mi guarida. Te propongo un pacto,
    un justo sacrificio por el resto de tus hijas, una víctima al mes, una ofrenda, una presa sumisa
    y yo te garantizo, a cambio, protección y justicia para contigo y tus lanudas niñas"
    "Podría darte caza ahora mismo, lobo y acabar de un plumazo con tu osadía"
    "Podría lanzarme a tu cuello, buen pastor, y acabar de un bocado, con tu vida"
    El pastor, se quedo pensativo durante un instante, que al lobo se le antojó enervante, y le dijo.
    "Acepto, lobo, una de mis ovejas al mes"
    "Pues dime, pastor, ¿a cuál me llevo?"
    El pastor miró a su rebaño, escrutando en aquellas caras inocentes y huesudas, el sacrificio negociado.
    De todas, eligió a la más vieja del rebaño, una oveja veterana y paliducha, que había recorrido a su lado
    numerosas sendas y carriles a lo largo de los años, y señalándola con el dedo, le dijo:
    "Toma aquella, es toda tuya"
    Pero no fue necesario que el lobo fuera, la oveja, atenta al trato, se acercó a ambos y mirando fijamente
    al pastor que tanto había obedecido durante estos años, le dijo:
    "Buen pastor, amigo mío, compañero de camino en todos estos años que fueron, ahora, perdidos,
    no eres ni buen dueño, ni buen pastor, ni buen amigo, pues bastó una amenaza latente,
    de un lobo fiero e inteligente, que salió a tu paso, una tarde de primavera, para que me abandonaras a mi suerte
    que será mi segura muerte entre sus fauces voraces y colmillos prominentes. Yo te maldigo buen pastor, de
    mente rápida y manos lentas, a que perderás tu rebaño en menos de un año, pues quien hace pactos con el diablo,
    pronto descubre, que ha sido engañado por el creador de los engaños. Has sido engañado, y yo, pago de tu falta,
    y nunca más, ninguna de mis hermanas, volverán a confiar en tu palabra, ni seguirán tus silbidos,
    ni acataran tus ordenes, ni acompañarán tu camino, pues, si buen pastor eras, mejor rebaño fuimos"
    Y así, lobo satisfecho y oveja insatisfecha, emprendieron camino, a una muerte anunciada.
    Y mientras sus figuras se perdían por lo alto del monte, entre los arbustos, el pastor miró entristecido a su fiel perro
    y éste, le devolvió la triste mirada a su dueño, y le dijo "¿Qué has hecho?"
    "Dejar de ser buen pastor, buen amigo y convertirme en esclavo del miedo"
    "¿Miedo a qué?", respondió el perro.
    "A perder ciento, y viendo marchar a la que pensé menos válida entiendo, que no hay precio justo ni acuerdo consecuente,
    en traicionar a ninguna de tus hijas, sean estas las más jóvenes o viejas. Todas en mí confiaron y a todas, con su muerte,
    he traicionado."
    Y así, mientras la tarde caía, loma abajo, dos figuras desdibujadas por el manto de noche que todo lo cubría, de nuevo a su casa
    se dirigían. Un pastor y su perro, y tras de ellos, un rebaño de ovejas lanudas y segureñas, que ya nunca mas, irían a su encuentro.
     
    #1

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