Cuando los duendes dejen de decir sus oraciones

Hace algunos días que dejamos que los niños se nos murieran y que los años se nos marcaran en la cara mientras que los demás esperaban su turno de besar y de decir las cosas.
Miles de años antes escuche canciones que me hacían vibrar y que me dejaban darle a la vida aire sin aire.
Hace tanto que deje de amar, que deje de sentir y que deje de recordar los minutos en que no hacías más que mostrar un pedazo de mi en medio de la nada que hiciste en mi.
Cuando ya no quedaba más espacio que los diseños de mis manos y que las máquinas de escribir que los mismos dioses hicieron en una lunada, fue cuando recordé que nada me hacía falta y que los duendes dejaron de decir sus oraciones antes de que nos fuera cruel el amor.
Y me dolió el alma.
Y me dolió la vida.
Y se me hizo amargo el besar y el hacer que las estrellas fueran brillantes y que las ganas de volar no esperaran a que las maravillas de mis labios intuyeran las melodías de mis orgasmos.
Cuanto miedo tuve cuando deje de ser ,o que soy y me convertí en algo que todavía no logró reconocer.
Las mariposas hicieron su único esfuerzo en nacer y mis pasiones desarrollaron colchones que no eran tibios, sino que eran camas duras y frías que no me interesaban y que no lograban despertar nada de lo que me hacía suplicarle a la luna por más ni por menos.
(Mi existencia se quedo vacía en la mitad de una noche tibia cuando todos dormían y nadie escuchaba).
La noche era fría cuando todos se escabullían en tu cama.
Me disculpe por las miles de veces en que te bese con la intención de que me hicieras eterna entre tus brazos.
Me dormí en la mitad de un minuto más de dolor y de amor. Cuando no hay nadie en mi habitación es que siento una respiración que no me pertenece más.
Mi intimidad se volcó en tu ser y en mis oraciones dejó de caber tu nombre y tu apellido.
Las presas del alma se acurrucan en mi espacio y en un mismo aura.
No me eres necesario, hace tanto que las estrellas brillan con luz propia y que mis manos ya no les hace falta acariciar ningún cuerpo.
Los duendes cosen sus vestidos y las brujas preparan sus pociones en el mismo aire que respiro.
(Suelo pensar que volverá alguien a amarme, a hacerme feliz y a construirme castillos de arena en medio de lo que una vez, y otra y otra vez fui).
Sueño con volver a recorrer un camino que una vez construí y que dejo de parecerme atractivo.
Ni siquiera me pareces bello ya.
La misma mirada poseo, solo que ahora no me dejo llevar por el dolor del ser humano.
Ahora sobrevivo con lo que me queda de aire y lo que me sobra de vida.
Me tomo unas cuantas medidas de vida para hacerme sonreír y desaparezco en medio de la nada para que no me alcances.
Hazte a un lado que ya no me importa tu humanidad.
Hace mucho que deje de soñar contigo. Hace otro poco que deje de soñar conmigo.

 

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Saludos,