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Celebración

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 6 de Agosto de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 633

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    10 de Octubre de 2009
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    ¡Victoria!, ¡victoria!, los gritos se escuchaban todo alrededor y se extendían como una enorme ola que rompía sobre los baluartes defensivos de Icher. La cabezas vueltas hacía el guía espiritual de su pueblo, los brazos extendidos, agitándose, las voces que reverberaban entre la multitud como una sola voz, ¡victoria!, ¡victoria!. Y yo, Makin Ad, un simple artesano uniéndome al alborozo, a la alegría, al jolgorio, a la fiesta con mis propios gritos: ¡Sat`na me ti! Sat`na me ti!, ¡que el poderoso te bendiga!. El Salvador una figura que saluda con una mano a la multitud congregada, se distingue en la lejanía sobre la muralla occidental de la ciudad. El día ha sido prolífico en noticias, desde primeras horas de la mañana los jinetes han entrado en la ciudad trayendo la buena nueva. La batalla del río ha tenido lugar y aunque las pérdidas han sido grandes, el resultado había sido una victoria aplastante sobre el enemigo. Pronto, toda la ciudad ha salido a las calles a celebrar tan buena noticia y a esperar el regreso del Salvador, aquel que ha vencido la amenaza. Ése que hacía apenas una hora ha entrado en la ciudad a ritmo de tambores y fanfarrias, entre las alabanzas del pueblo y los honores de los Dioses.

    - ¡Makin!.
    - Ah, Olaf, ¿dónde te habías metido?. Te estuve buscando, vamos a la taberna del Oso, debemos celebrar la victoria.
    - Makin, espera. Tengo trabajo, me han pedido que ensille unos caballos en el establo, pero no encuentro ni a Pique, ni a Sana. Esos sinvergüenzas se han ido dejándome todo el trabajo para mí.
    - Eso te pasa por ser tan responsable, deberías divertirte, venga vamos, la taberna está cerca.
    - Sí, vale, pero antes échame una mano, si me ayudas terminaré antes.
    - Esta bien, está bien, pero no te acostumbres, que sea tu amigo, no significa que sea tu esclavo.

    ¡Victoria!, los gritos de las celebraciones se alejan mientras nos metemos entre las callejuelas de la ciudad vieja y subimos la empinada cuesta hacía la posada del Buen Bebedor. Un viejo local, desvencijado y sucio que apenas se mantiene en pie, pero que según su dueño ha resistido tres asedios a la ciudad. Al lado se halla el establo de maderas carcomidas donde trabaja mi amigo. Cruzamos la puerta y nos encontramos con una sorpresa tres caballos de guerra dentro. Nos miramos impresionados, pocas son las ocasiones en que hemos tenido la oportunidad de ver unos animales tan formidables.

    - Imposible.
    - ¿De donde habrán salido?
    - Y me lo dices a mí, cuando me marché no estaban aquí. Deben pertenecer a algún soldado de los que han entrado en la ciudad acompañando al príncipe.
    - Sin duda, tienes razón, seguramente no encontraron alojamiento en otra posada, la ciudad está a rebosar de gente.
    - ¡Cuidado!, que estos caballos muerden y patean en menos de nada, ten más cuidado al quitarles las sillas.
    - Vale, vale, ahora me vas a decir que tú un mozo de cuadras tienes miedo de los caballos, ja, ja, ja.
    - No les tengo miedo, sólo los respeto.
    - Bueno, deja de respetar tanto y ayúdame de una vez que...., oye mira esto, esta espada lleva la marca del león. Mira, vén.
    - Estás loco como se te ocurre desenvainar la espada, el propietario puede aparecer en cualquier momento.
    - Pero, mira, es la marca del león, el símbolo del Duque de Asís, nuestro enemigo.
    - Pues es verdad, ¿qué hará una espada de estas aquí?.
    - Deberíamos informar de ello.
    - No seas estúpido, hemos vencido al enemigo, seguro que es parte del botín de guerra. Se la arrebatarían a algún enemigo como trofeo.
    - Sí, quizás tengas razón.

    En silencio, continuamos atendiendo a los caballos ensimismados en nuestros pensamiento hasta que terminamos. Pero siento curiosidad nunca he visto a un gran señor de cerca y desearía verlo.

    - Olaf, que te parece si nos quedamos un rato más y averiguamos a quien pertenecen estos caballos.
    - Makin, eres incorregible, te pica la curiosidad, pero no eres el único, nos podemos meter entre las pajas y espiarlos cuando vengan.
    - Vamos allá.
    - Vamos.

    Aguardamos durante algún tiempo hasta que vemos entrar tres figuras en el establo, hombres altos, robustos y anchos de hombros, vestidos con finas ropas, pero ocultos bajo capas negras que nos impiden ver los rostros. Nosotros en silencio esperamos y escuchamos.

    - Todo esta hecho.
    - ¿Según lo planeado?
    - Sí, nos colamos en la recepción de la corte y allí nos encontramos con nuestro informador. Al príncipe le faltan pocas horas de vida, el veneno que se puso en su comida lo matará, nada ni nadie podrá evitarlo.
    - Cuando eso suceda, la ciudad caerá en el caos y entonces el ejercito que nuestro Señor retiró acertadamente de la batalla tomará la ciudad de Icher.

    Un crujido rompe el silencio, Olaf sin querer ha movido la paja y ahora, los tres hombres miran con interés en nuestra dirección. Debemos escapar, los dos aún tiempo nos levantamos y echamos a correr hacía las puertas berreando como locos. Parece que lo vamos a lograr, escaparemos o si no alguien oirá nuestros gritos, pero cuando giro la cabeza veo como Olaf cae atravesado por la espada de uno de aquellos hombres, al tiempo que algo me golpea por la espalda y caigo, mientras pienso con tristeza que con el ruido de la celebración nadie oye nuestros gritos.

    - ¿Quiénes eran?
    - Parecen ser los mozos del establo, ¿qué hacemos con ellos?
    - Esconder los cuerpos entre la paja, para cuando los encuentren nosotros ya estaremos lejos.
     
    #1

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