Carne tibia...

No sé cómo llegó la sangre al río
ni cómo pude yo tragar con eso;
pero, ¿que si tragué? como un poseso,
aun siento al recordarlo escalofrío.

Yo estaba por entonces tan vacío
de amor, y tan por no catarlo espeso,
que ni la aparición de aquello tieso
logró hacerme entender que ella era un tío.

De cómo el artilugio aquel fibroso
con vida propia y sed de carne tibia
llegó hasta mi rincón más escabroso,

no soy capaz de dar explicaciones;
pero si no hay caviar, ¿quién no se alivia
comiéndose un buen par de salchichones …?

 

Es un género burlesco firmable por un Quevedo bajo nuevos parámetros del siglo XXI. Un saludo.

 

Cuando hay hambre no hay pan duro, excelente soneto picaresco. Un placer leerte. Saludos

 

Tal como yo lo veo, creo que lo tuyo empieza a ser preocupante, no ya por la dirección que tome el asunto, sino por no saber qué dirección tomar.
Lo mismo, la idea es jugar con ventaja a dos bandas.
Estaré atento a los próximos movimientos, de momento que no parte la música, Maestro.

Seteskiere

 

Gracias, José. Muchas veces he deseado que don Francisco estuviera vivo para ver cómo arremetía contra toda esta lacra política y monárquica que nos desangra. Creo que no tendría precio.
Gracias por detenerte. Un saludo

 

Muchas gracias, José Luis. Como bien dices, cuando hay hambre no hay pan duro.
Saludos

 

Manolo, hay que estar preparado. A estas alturas del partido ya no sabemos por dónde pueden venir los tiros, además de que hoy en día estás cosas están bien vistas...
Ay, señor, llévame pronto. Este cuerpo pide tierra...
Mutuamente