Canto de lo que somos

Canto al instante que nace
sin preguntar su motivo,
al soplo leve y furtivo
que a cada abrazo renace.
Canto a la luz que deshace
el peso de la memoria,
al hombre que en su victoria
no vence más que a sí mismo,
al filo quieto al abismo
donde empieza nuestra historia.

Canto al tiempo que nos hiere
con noble mano templada,
al paso que nada espera
y aun así deja su huella.
Canto al alma que no muere,
aunque el cuerpo se deshaga,
pues en su lucha sagrada
halla un sentido profundo:
sabe que en todo esrte mundo
la vida es llama prestada.

Canto al dolor que madura
los frutos de la conciencia,
al duelo que nos depura
hasta volvernos esencia.
Canto al viaje que perdura
más allá de la apariencia,
al hombre en su transparencia
cuando acepta su camino,
sabiendo que ese destino
es parte de la existencia.

Y canto, por fin, al día
que late en nuestro costado,
cuando la duda vacía
deja el pecho sosegado.
Canto a la leve armonía
del ser honesto y callado,
que al mirarse ha encontrado
la eterna verdad del vivo:
que solo es libre el que ha sido
fiel a lo que ha amado.