Canto a Córdoba.

-¡Que hermosura de ciudad!-
Dijo un sabio mahometano,
viéndola resplandecer
en medio de aquel vergel,
entre la sierra y el llano.

-¿Qué os parece, Alí Otmant?-
Preguntó su compañero.
-Vos sois poeta en Bagdad,
y de su Emir sois hermano.
¿Habéis visto nada igual...?-

-Sí que es bella ¡Por Alá!
La observo y llego a pensar
que aquí se le fue la mano,
derramando tanta sal.
Pues, ni la misma Bagdad,
ni Samarcanda o Damasco
se le pueden comparar.-

-Esa mezquita que veis
a punto de se acabar,
la manda hacer el Omeya,
el Califa Abderramán.
Alabado sea el Profeta
que tiene sirviente tal.-

Cuanta razón tenía el moro...
porque mil años después
en mí volvió a renacer
aquel pensamiento otroro.

Majestuosa y serena,
tan blanca como la nata,
de luz y perfume llena,
como un lucero destaca;
diáfana y luminosa,
como un verso del Corán,
en medio de tal blancura
resalta aquella hermosura
recuerdo de Abderramán.

Del viejo Guadalquivir
el agua, besa sus muros,
y por los arcos oscuros
de su antiquísimo puente
el río transcurre doliente,
soñando en los tiempos puros.

Mas ella que es caprichosa,
como el rocío mañanero,
alza sus torres al cielo
entre un enjambre de rosas;
así la pintó Romero,
y así llega a ser de hermosa.

Esta ciudad tan galana,
como jamás otra vi,
es Córdoba, la Sultana,
la flor del Guadalquivir;
precéa del mundo romano,
y la perla del Islám.
Cuna del gran Capitán,
de Góngora y Juan de Mena,
de Averróes, de Avicena,
de Séneca y de Lucano.

Es la Córdoba gloriosa
de vientre ancho y fecundo
que tantos hijos dio al mundo,
como pétalos las rosas.

La que belleza e historia
derrama hasta rebosar,
que aquí, el viajero al pasar,
se inclina ante tanta gloria.
Córdoba de Lagartijo.
Córdoba de Manolete.
Del Cristo de lo faroles.
Del redondel de la muerte.
De ojos negros virginales
ocultos tras de sus rejas.
De azabache hecho madejas
entre sus verdes parrales.
Musa de Julio Romero.
Ninfa del Guadalquivir,
que parece redimir
a España, con su sombrero.

¡Ay, Cordobita, la llana...!
Viéndote llego a pensar;
como el moro Alí Otmant,
que a Dios se le fue la mano
derramando en ti la sal.

Recaredo.
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Muchísimas gracias por pasar por mis letras, amigo Antonio. Celebro mucho tu visita y que el poema fuera de tu agrado. Te mando un fuerte abrazo Recaredo

 

Un fuerte aplauso de pie amigo por tan hermoso tributo a una ciudad que conozco y que tanta historia tiene. Su arquitectura se pasea por el mundo entero. Un placer enorme haber pasado por tus letras. Gracias. Paloma2

 

Apreciado maestro "Maramin" Celebro mucho sus visita a mis letras, y más aún, que el poema mereciera sus aplausos. Gracias. mis más respetuosos saludos. Recaredo

 

Muchas gracias "Paloma2", por tu visita a mis letras. Celebro que te gustara mi Canto a Córdoba. Te mando un abrazo. Recaredo.

 

Se te nota el orgullo per tu ciudad y el amor por ella. Saludos.

 

Muchas gracias, "Ángel" por pasar. Saludos de Recaredo.

 

Como en Granada, amigo Recaredo, a Córdoba me has hecho recordar, en otro viaje fugaz; en tu oda,que hice a tu hermosa ciudad ciudad.
Un abrazo. Castro.

 

Celebro que te guste mi canto a Córdoba, amigo Castro, gran sonetista de MP. Te agradezco tu visita. Abrazos.

 

Emocionante. Inmejorable canto a tu Córdoba.
Mis estrellas para este poemazo.
Un abrazo, Recaredo.
Xosé.

 

Muchas gracias, amigo "Piteira" Hace mucho tiempo que no te veía por aquí... Ya sabes que tus visitas son para mí un verdadero placer. Gracias, por tus elogios. Abrazos. Recaredo