Callar dichoso

Qué callar tan dichoso el de las flores
cuyo lenguaje la palabra ignora
y no entiende la lírica sonora
ya que su canto vive de sabores;

vive más de un factual sentir de amores
y del oro solar que lo colora;
vive de una fragancia cazadora
de colmenas y alados chupadores.

En las flores está la luz viviendo
como el parto de lunas cultivadas
y el jugueteo gris de los gorriones.

Surge al alba el aroma trascendiendo
hasta llegar a las diez mil miradas
de la tarde y su finca de ilusiones.

 

El poema revela cómo las flores, en su silencio, expresan un lenguaje más profundo que las palabras. Su comunicación no se halla en sonidos, sino en colores, fragancias y en la vida que atraen y sostienen. En ellas late la luz, la energía del sol y la delicadeza de la naturaleza entera, desde el vuelo de los gorriones hasta la frescura del alba. Así, las flores trascienden lo efímero y se convierten en portadoras de belleza y esperanza, tocando los sentidos y el alma con un mensaje de plenitud que no necesita voz para ser comprendido.

Saludos Cordiales

 

Gracias, Alde, por tus palabras. Me alegra que te haya gustado este soneto.

Saludos.

 

P

Precioso soneto, un gran placer leerte.

 

Gracias, amiga Rosa, por tu generoso e interesante análisis a este sencillo poema.

Saludos cordiales.

 

Gracias, Luciana, por tu lectura y amable comentario.

Saludos.