CÁliz

El perfume del agua,
el otoño desnudo y la savia,
el gris se encima
entre hojas amarillas y escarlatas.

Vuelan las cenizas...
En este anochecer de morir de silencios
un néctar exquisito nos acompaña.

Bebo la vida en mi copa
dulce o amarga de poesías no importa.
Brinda conmigo que al son de las copas
sentiremos que el cielo se nos apoya
jadeante en el alma.

Mas no bebas mi cáliz,
etéreo de nube, de cielo su boca,
abismo y poesía horadan su fondo.
Siento vibrando las cosas que importan.
Cuántos delirios en esta tarde de lluvia,
de leños encendidos que chisporrotean
azules y naranjas.

Aroma de dulce vino flota en el aire.
Una hoguera en mi pecho jadeante se inflama.
Se enciende mi mirada cual leño presto en llamas,
destellos de luces humean los versos
más añejos de mi alma.

María de los Ángeles Durante

 

Muy lindo poema, querida María,
con versificación de gran calidad
y una franqueza que desborda de ese cáliz vedado;
un abrazo,
edelabarra

 

Píntame acuarelas
con las palmas de tus manos,
en tu frente cuelga una estrella
y en tu vientre, un mañana.




Un verdadero honor leerte en esta magna composición, de versos elevados en bellas imágenes poéticas, iluminados en liberadas líneas de tu inspiración.