Bajo tu imán o tu dulce estrella

Zarpando de la rada, navego a mi destino.

¡Llevar, no soy de alforjas!, ¡libre voy de ataduras!

Por cristalinas aguas , libando el dulce vino,

Ajeno a todo polvo de las magistraturas.


Favores nunca espero de reyes del camino,

No sirvo a la corona ni rezo con los curas;

Vivo en el bardo agreste donde las flores puras

El ejercicio irradia, la fe del jacobino.


Amo la brisa eterna de los mares añejos,

Ese primor embrujo que despeina mis canas,

Ese mistral undoso que me regala vida.


Sobre la mar me miro, mas no, tras los espejos

Que reflejan del hombre sus apetencias vanas.


Cuando la luna asome, veré a mi prometida.

 

Espléndida hermosura excelente de versos divinos.

 

Estimado maestro Lemoine y Bosshardt:

Gracias por su lectura y comentario halagador

(He modificado el texto a posteriori de su comentario, no en su esencia sí, en su forma)

Saludos cordiales

 

Escribes muy bien
Te felicito
Un placer de lectura
Saludos

 

Estimado MARAMIN:

No es lógico el mundo, no es lógico la sinalefa ni el hiato, no es lógico el énfasis de la métrica, no es lógico el porvenir. Solo es lógico el silogismo. Por eso somos poetas porque no adherimos al calvario de la lógica.

Saludos cordiales

 

Excelencia divina de arte maravilloso.

 

Me pareció muy bueno este soneto; libre de ataduras pero sujeto al buen hacer poético fruto de lo que nos inspira.
Firme y seguro ante la perspectiva de la noche y sus buenos augurios.
Un placer leerte. Saludos desde estos campos.