Aprendí a ser olvidado.

Así que yo
me fui a buscarte en el tercer tren,
corría y caminaba
sin saber qué hacer​

y tenía que hallarte
comprometerme
y saludarte,
amarte como a nadie
se ha podido.​

Amarillo​

fue tu vestido​

que como señal
te encontré parecida a un semáforo encendido.​

Luego sonó el aviso
de partida de tu tren,​

andaba más rápido
y corrí tras él;​

me caí en el intento,
levanté mi pie en un momento
y quise volar
como tan veloz me llevara el viento.​

Son mis ojos
cataratas de oro​

porque allí tú te vas
perpetrada por el anuncio en grafito.​

Maldije mi suerte por centésima vez.
Maldije a mi silencio
por no entender,
y se iba rompiendo
mi pecado en un beso
de las palabras que poco a poco se perdieron contigo.​

Amarillo​

fue el destino​

que me trajo hasta aquí
para escribirte
este pétalo escondido.​

Y voy sintiendo​

el enorme peso​

que me parte el corazón​

porque sin ti soy como un ángel caído.​

Así que se oyó
el sonido de un cuarto tren,
el suelo retumbaba
y del letargo desperté​

aprendí a llorarte,
a perderte
y amarte
y ser olvidado
como a nadie se ha podido.​

 

Bello poema, con un despliegue de buenas imágenes que denotan la tristeza de la perdida. El final, realmente conmovedor. Me gustó leerte. Besitos y estrellas . Lluvia