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Viejo Ojo

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 23 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 837

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    Viejo Ojo esperaba, posado sobre una de las ramas más altas del árbol observaba el sendero con su único ojo . La maleza se extendía a su alrededor dejando sólo un estrecho camino que apenas se utilizaba ya. Los animales habían abandonado aquella desolada región hacía tiempo, el crudo invierno había caído con toda su fuerza y la comida escaseaba. De ahí, que la caza fuera difícil de encontrar. Pero eso a él no le importaba, ya había comido hasta hartarse. El tiempo pasaba y empezó a irritarse. ¿Dónde estaba?. Con enfado empezó a limpiar sus plumas mientras esperaba. Se sentía muy orgulloso de ellas, negras como el carbón, relucientes como el basalto pulido, delicadas, bellas. Con su pico amarillo las alisó y limpió con cuidado mientras de vez en cuando echaba un vistazo al olvidado sendero. Y de pronto, lo vio. Ya era hora se dijo, ¿donde se habrá metido?.

    Un hombre avanzaba trabajosamente por el estrecho sendero, levantando un pie y luego otro, intentando apartar la abundante nieve que impedía su avance. Viejo Ojo lo observaba divertido y sin poder contenerse se rió con un graznido que reverberó con el eco de las montañas. En ese momento, el hombre se paró y levantó la vista mirando hacía él. Era corto de estatura y un poco gordo, aunque Viejo Ojo sabía que el hombre siempre lo negaría, el pelo castaño oscuro le caía descuidado por la espalda y una espesa barba le cubría el rostro pero no ocultaba sus ojos de un azul cielo cristalino. Vestía como cualquier otro hombre de aquella región, con fuertes botas de cuero, guantes también de cuero, ropa de abrigo que consistía principalmente en pieles de animales apiladas unas sobre otras, una coraza de cuero endurecida y una capa marrón muy remendada, gastada y sucia. Viejo Ojo además sabía que portaba una espada de la mejor calidad y un par de dagas ocultas entre sus ropas, así como varias pertenencias de gran valor que llevaba en la mochila.

    Viejo Ojo volvió a soltar un graznido, divertido ante el espectáculo que ofrecía el salvaje ante él. El hombre se encogió de hombros y volvió a avanzar, un pie después otro pie, se notaba que estaba cansado, muy cansado. Debería aprender a volar sería más sencillo pensó Viejo Ojo, pero esta vez no rió la gracia sino que miró a su alrededor. Su vista era aguda, su oído también, pero fue su instinto el que le avisó que le estaban observando. Tardó unos minutos en darse cuenta de quién era, así que eres tú se dijo. Sombra lo observaba tumbado y medio enterrado en la nieve, a no menos de 20 metros del árbol donde Viejo Ojo estaba posado. El cuervo soltó un graznido de frustración, le había tomado el pelo. Debe haber estado ahí todo el rato y yo esperando por él, ya me las pagará.

    Una vez localizado no lo perdió de vista, Sombra ya sabe que le he visto se dijo. Como respuesta una oscura forma surgió de entre la blanca nieve, una forma negra como la noche que se desprendió de la nieve que cubría su pelaje, arqueo el lomo y alargó el hocico olfateando el ambiente. Sus afilados dientes perfilaron una temible sonrisa y sus ojos amarillos se posaron en Viejo Ojo. Luego, echo a correr en línea recta hacía el hombre que continuaba impasible su camino. El muy tonto quiere jugar se dijo Viejo Ojo que observaba la escena. El lobo se precipitaba hacía el hombre a gran velocidad, pero en el último momento redujo la velocidad y llegó hasta el hombre en un lento trote. Se acercó a él y se arrimó hasta colocarse a su altura. El hombre no se asustó, ni quedó impresionado por el aspecto temible del lobo, levantó una mano y la posó sobre la cabeza lobuna rascándosela con dulzura mientras avanzaba.

    Esto es demasiado se dijo Viejo Ojo, como se atreve Sombra a requerir las caricias de Marcus. Extendió las alas y salió volando en dirección al hombre, en apenas un instante se posó sobre su hombro izquierdo y graznó victorioso mientras le echaba una divertida mirada al lobo. Éste no le hizo caso y siguió recibiendo las carantoñas del hombre. Viejo Ojo estaba que echaba chispas y para demostrar su disgusto picoteo la oreja izquierda del hombre. Éste dejo de acariciar al lobo y dirigió su vista al cuervo.

    -Viejo Ojo ya sabes que no me gusta que hagas eso. – dijo el hombre.
    -Lo sé Marcus, lo sé, pero a mí tampoco me gusta que acaricies al lobo. Yo soy tu favorito- dijo el cuervo.
    -¿En serio? ¿desde cuando es eso? - dijo el lobo.
    -Desde siempre, recuerda que yo fui el primero. Su primer compañero, llevamos siglos juntos ya ni recuerdo cuantos – dijo el cuervo
    -Pajarraco estúpido, eso no significa nada. Yo soy su compañero inseparable, ¿acaso has luchado alguna vez a su lado en la batalla? – dijo el lobo.
    -Está bien, está bien, ya basta de disputas. Estoy cansado del largo viaje buscad un sitio adecuado para acampar. – terció el hombre.
    -Ya he encontrado uno, dijo Viejo Ojo, a unos doscientos pasos a nuestra izquierda hay un pequeño claro resguardado donde podríamos pasar la noche.
    -Entonces, ¿a qué esperamos? – dijo el hombre mientras se encaminaba al lugar seguido de sus amigos.
     
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