Un dia

los cristales de este mundo,
desplazan,desplazan con filo mi cerebro.
Llegado el invierno,el hielo me congela.
Un etereo abismo de luces y distorsiones
me entierra en la lumbre de una oscura realidad.
Se escurre mi sangre azul sobre mi brazo por el
corte filoso de un cielo interno,atado a mi mente que
se abre como cascaron de nuez.
Las paredes que se tiñen de gris en un sin son de palabras,
la burra que lleva en su espalda los sueños de la enamorada.
Pieles que se secan al sol como idea de un idiota,
un sueño que se arrastra en el suelo de como una boa apunto
de ser comida por la boca de la memoria.

Esas perdidas irreales del tiempo incorregible!,las horas
son las manecillas del reloj de la muerte y espero la suerte...
ay! tan patente e incoherente,para llevarme al asilo de dementes
mientras cargo con la sarna de la sociedad pestilente.

 

Hermosura espléndida de excelente creación, maravilla divina.
Jorge Lemoine y Bosshardt, "Estrella Máxima" de Mundo Poesía.