No más

No más

No más, ni una noche.
Donde caer igual que un fruto marchito
desde las enhiestas ramas del tiempo,
viendo pasar fundido en la tierra,
a incontables, lejanas estrellas,
que agonizan y mueren y se apagan
como una melodía de triste finitud.

No más humo de cigarro,
vino en el vaso, la pluma como daga,
para labrarte desnuda, desvestida,
en el rústico camastro del aire
y acariciarte con la tinta de mi sangre
a cada trémula palabra.

No más, ni una guitarra,
para dejarte caer, cuerda a cuerda,
como una marmórea estatua
en la estridente soledad de mi sombra.
Y dejar a mis sentidos,
insomnes y abandonados,
a merced de tus mudos labios,
a merced del peso de tu cabeza
que reposa sobre mi hombro
como el verde musgo entre las ruinas.

No más. Nunca más.
Empiezo arriar el velamen de mi pecho.
Mi corazón permanace a la deriva.














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