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Tienes los pájaros encerrados de una guitarra dormida.
y el insondable hueco de los caracoles con el mar latiendo
como un eco eterno clavado en un rincón como
un reloj sin tiempo.
A veces envío las manos al silencio
como palomas mensajeras para indagar diluvios
y vuelven los ojos como redes vacías
que sólo recogieron la sal de alguna entraña
Un día callabas con rumor de alma en recuerdo
y tu corazón de horno de un hornero muerto
rodaba el itinerario de tu sangre
como un molino ritual mordiendo el viento
Mordí, ya no recuerdo, alguna mano tuya
y los dientes de mis manos guardaron el
eco de tus mariposas
y el musgo de tus ojos me llenó la sombra.
Quise matarte un día pero te dije amor, amor,
quise besar tu silencio como poner una abeja
en un cáliz
y bebí tu sonrisa como una mañana
porque al pie de tu siesta había un rostro muerto.


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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