Distinguí su perfume, que nunca había recibido una carta, el último libro que no leyó, su fobia a la inspiración. Pude percibir que sus zapatos no habían aprendido a volar, que su nombre era un palíndromo, que su flor dormía en los pechos, que la canción que escuchaba realmente no le gustaba y que jamas se había enamorado ni con los ojos cerrados ni debajo del agua. Me acerqué hasta que nuestras sombras se besaron, me fui, que iba yo a decirle, soy solo un hombre con cultura y un resto de inútil imaginación infantil.
La verdad es que deja un sabor incierto, una mueca y un conato de sonrisa. Debo decir que me ha gustado este vacío. Felicidades Palmira