Una confesión

Como blanca paloma que navega
del firmamento la azulosa vega,
y a la visión embelesada lega
un rastro que convida a la sosiega.

Como lilio risueño y perfumado
por vates y cantores celebrado,
por la mano del hombre deseado
y por la primavera acariciado.

Como sublime y mágica alborada
que difunde su luz algodonada
por la tierra yacente y fatigada,
por la mar retumbante y arbolada.

Como límpida piedra de la Luna
que trae el bienestar y la fortuna
a quien encuéntrase sin paz alguna
y con el ánima infeliz y ayuna.

Así es, en esas horas de recreo
en que baña tu rostro un sonroseo
y mece tu vestido un suave oreo,
como, mudo y extático, te veo.​

 

Haces de estas rimas buen alarde
escribiendo tu poema nudo y terso
aunque el «como» del último tu verso
al «así es» le llega un tanto tarde...

un abrazo
j.