Tres rondeles

A Gema Carrillo​

Lo que daría por volver a verte
de una sonrisa blanca engalanada,
con la mejilla en bienestar pintada,
sólo ha de conocerlo mi amor fuerte.
No imagina la aurora abrasilada,
ni tan siquiera la funesta muerte,
lo que daría por volver a verte
de una sonrisa blanca engalanada,
y el tenido por docto bien advierte
cuán poco sabe, cuán apenas nada,
cuando hacia mí los ojos cautos vierte
e ignora en su analítica mirada
lo que daría por volver a verte
de una sonrisa blanca engalanada.​

***​

No conoce quien no te ama que pierde
cuanto azul hay en mares y hay en cielos,
y yo, que sin remedio alguno en hielos
me ardo, al extraño pido que recuerde
no hablar de lo que gentes llaman celos
si no es por ti; que, aunque terco él discuerde,
no conoce quien no te ama que pierde
cuanto azul hay en mares y hay en cielos.
Podrá saborear el campo verde
bajo la égida de ínclitos ciruelos,
pero, por mucho que ávido se acuerde
de altas glorias y hazañas, en los suelos
no conoce quien no te ama que pierde
cuanto azul hay en mares y hay en cielos.​

***​

Tu compañía impar yo la quisiera
en las cálidas tardes del verano
que lentas pasan entre el viento altano
al margen de una lúgubre ribera.
Mientras sombrío en mi cuaderno arcano
escribo so palmera datilera,
tu compañía impar yo la quisiera
en las cálidas tardes del verano.
Veo a los jóvenes besarse fuera,
amantes entregarse el alma en mano,
joviales dedicarse una sincera
caricia, y pienso que, pues soy humano,
tu compañía impar yo la quisiera
en las cálidas tardes del verano.​