Sumisa (Soneto)

En tu piel nacarada mis deseos expío,
y se vuelven tus ojos, hacedores del cuento,
con que nutres los sueños, que en las noches ansío.
Moraleja inocente, con que nunca disiento.

Al posarse mis manos en tu pelo sombrío,
se me ofrecen tus labios, para darme el aliento,
con que pronto llenóse, de deleite el vacío,
resurgiendo ardorosos, los excesos que siento.

En las tardes que a veces, cavilando me quedo,
―por la forma de amarnos, y querernos sin prisa―,
la pasión se insolenta, cuando a tí te depredo.

Y caricias sedosas, ―en tus pliegues, premisa―,
abren fuentes termales,― en que siempre me hospedo―,
con la fuerza que quieres, y te tornan… sumisa. ​

 

Amigo Manuel, agradezco sobre manera el favor de tu comentario y la validez de tu crítica. Haré la correción que me sugieres a la brevedad posible. Esto es a lo que siempre he aspirado en el portal, a que alguien me oriente, se que no es posible todo el tiempo, los toros se ven mejor desde la barrera y mil aficionados saben más que un solo entrenador. Solidaridad, eso es todo lo que buscamos los que queremos mejorar cada día. Por eso es loable el ejemplo de tu no egoísmo.

Abrazo cordial,

puroamor