Suicidio

Ya no hay más vida, un violáceo jarrón caído,
se eclipsó la melodía de algún ángel asesino.

Colapsado el desvarío, melancólica eufonía,
horas bajo un agrio vino y su daga en agonía.

De ese modo lo has querido, deambulando siempre con la nada,
rasgando incólume el delirio, sobre aquel río de sirenas coaguladas.

Una rosa anaranjada resguarda tu pasado,
la lluvia no subsana su grana erosionado.

Y tu esencia se ha volado, oprimiendo a ese capullo desangrado,
lo insondable del olvido que se esconde ladino,
hacia el gemido de un abismo y sus sombras al ocaso.