Reflexión

Es la existencia del hombre
un solitario camino
salpicado de maleza
y rebosante de limo.

Las apariencias que alcanzan
nuestros débiles sentidos
nos enmascaran y ocultan
de los cielos el designio.

La ilusión de compartir
un idéntico destino
con quien es tan semejante
y es a la vez tan distinto

alivia nuestro dolor,
atenúa nuestro frío,
pone freno a la amargura
y mece el alma con mimo,

mas se revela a la postre
como un ensueño baldío
que el raudo tiempo esfumina
y presto entrega al olvido.

El amor tan delicioso,
tan fragante y sugestivo,
inunda la oscuridad
de un ferviente colorido,

embelesa el pensamiento,
vuelve en leticia el martirio
y procura a la esperanza
un suavísimo pabilo,

mas padece de los vientos
lo que un tamo pobre y fino,
una espiga desgajada
o un parvo y humil navío:

una ardiente rosa es
que mata el vernal solsticio
tras emerger a la luz
en el entretiempo lindo.

La soledad nos abraza
con los primeros vagidos
para al fin abandonarnos
en la hora en que morimos:

nada en vida nos libera
de sus onerosos grillos
ni es bastante a despojarnos
de su asfixiante vestido.

Sólo al hallar su simiente
sobre los nevados picos
de las inhiestas montañas
que acarician el Olimpo

y sobre el ciego semblante
del piélago cristalino
comprendemos cuán completo
es su poder y dominio.

No olvides nunca, lector,
la voz que así te dirijo:
la del que agua en un desierto
encontrar con ansia quiso.​

 

órales!!! que chido. un cierre de lujo. un placer leerle, un abrazo fuerte.

 

El poema es simplemente precioso, la musicalidad y dominio del lenguaje, además de una profunda reflexión, yo querría apuntar que en el desierto también hay oasis, supongo que es cuestión de suerte, o de fe. Y el amor que depende de los vientos, no es tal, el amor real es fuerte y flexible, no se mueve su base. Realmente profunda reflexión. Saludos y universos a tu pluma