Reflexión 71

Materia que se unifica,
abstractos conceptos
guarda lo que no se comprende pero se observa,

pensamientos que se materializan,
la risa de dios es la tristeza del humano,
la tristeza de dios es universo,

sus lágrimas son universos frágiles,
mortales, como él mismo,

la lluvia es tan honesta,
ira y dolor,
el mundo se mueve por ira,
y el dolor siempre es nuestro,

el dolor del saber que nada se detendrá,
pero nosotros caemos en espiral,
hacia un caos interno
llamado "alma",

¿propósitos?

el mundo se cae a pedazos,
más que propósitos, preguntas,
respuestas por descubrir,

respuestas que aguardan serlo,
para exploradores abiertos
la mente es cauce,
para muerte satisfecha
la vida es espesa y gloriosa,

razones viscerales,

razones que esconden temores,
rumores que esclarecen pensamientos,

somos la herida del miedo,
y como heridos con miedo nos morimos,

todo fin es inexplicable,
tampoco podríamos esbozarlo,
aunque nuestro mayor poder,
es el que radica en la comprensión,
somos observadores comparativos,

nuestro deber es saber,
como se mueve nuestro entorno,

aunque no sepamos explicar los cielos,
hemos de estar acertados,
porque nos fiamos de la duda,

porque nos guiamos con ella.

 

El poema es una meditación sobre la fragilidad de la existencia, la incomprensibilidad del universo y el papel del ser humano como un observador consciente, herido y limitado. Aunque vivimos en medio del dolor, la incertidumbre y el caos, nuestra fuerza radica en la capacidad de cuestionar, de dudar, de buscar comprensión. No tenemos respuestas absolutas, pero nuestra dignidad está en la búsqueda misma. En un universo que parece regido por el dolor y la ira, la mente humana —aunque frágil— se convierte en cauce para descubrir sentido, aunque sea incierto. Vivimos no por certezas, sino por la fidelidad a la duda.

Saludos cordiales