Reflexión 38

Cuando las aves ya no encuentren un sol,
y los siglos sean recuerdos para el ciego,

cuando el mutismo de las noches,
sea ensordecido por el frío del dolor,

cuando los mares ya no choquen,
los segundos se dejarán de contar,

cuando los heridos ya no sangren,
la muerte morirá de hambre,
y se engullirá a sí misma,

entre fomentos de avaricia,
entre vidas de dureza espiritual,
caerá la enfermedad,
que aún amenaza todo futuro,

entre terrenos fértiles, el caos renace,

entre senderos crípticos,
como agonía nos hemos de perder,
sin rastro de calmos cielos,

en la similitud se haya la paz,

entre la armonía que tejen
los ósculos del sacro edén,

será nuevo cuento
para el presente tardío,
que muertos nos ha de leer,

en la pulcritud del alma,
reside la única llave
que con poder nos libera,

el amor
y el autoconocimiento
es su único lenguaje,

desde la lejanía,
y la sincronía de la temprana mañana,
la sabiduría forma un hueco,
como fosa de todo tiempo,

entre fragmentos de cielos lúdicos,
el movimiento de un fuego eterno
dicta sentencia,

las estrellas caen con él,
y siembran nuevos cuestionamientos,

la experiencia nunca será herida,
para el que logre con sus días
curar a otros,

como será el tiempo,
que se camufla de futuro,
y nos desviste hasta olvidarnos,

como será el hombre,
que lo que tiene lo juzga,
y lo que pierde no lo olvida,

estamos atados a un amor
que se arrepiente de serlo,

y las cortinas se cerrarán
cuando todo pierda su significado,

seremos esclavos del tiempo,
cuando el tiempo
se canse de otorgamos su eternidad,

bailaremos entre un viento,
efervescente como sueño profundo,

sin cielo, ni suelo,
sin velo, ni duelo,

tropezaremos con nuestra cordura,

una y otra vez.