Reflexión 34

Gélidas se entienden las historias,
porque sus finales las han congelado,

no hay relato que no llore cielos,
porque los suelos son
un infierno que merece ser apagado,

tiritan las esquirlas de nuestro espíritu,

¿cuándo comprenderemos
que su fortaleza no nos sofoca?,

su fortaleza
es la delicadeza de una divinidad,

tan alejada,

tan humanamente diferente,

incursionan las estrellas,
se zambullen en el tumulto,

no hay ola que se deje vencer,
la fortaleza es la caída de todo miedo,

la caída de todo miedo es la llave,
hacia umbrales de inmensos sentires,

nuestros recuerdos recordarán esencias,

pecado se vuelve el razonar,
más toda razón pierde significado
cuando se la juzga sugestionándola,

el tiempo es tan moldeable,
la percepción se bifurca,
las predicciones son tiempos que se alinean,

entre simetrías perfectas,
el error es tan habitual,

el tiempo se enfría en nuestras cuencas,
la muerte nunca ha estado tan segura,
la vida es su montura,

los abismos nuestra realidad,

jinete apocalíptico,
tiñes la luz del vacío hadal,

el fuego lo vuelves viento,
y al agua la evaporas,

no hay sedación que te alcance
para proteger lo que se te ha ocultado,

jinete sin cabeza,

doma a su corazón,

cae sin frenos

hacia donde el creyente nunca reza,

porque la certeza en su latir es su finitud,

porque la similitud de los días
se encriptan en las latitudes de los cielos,

lasitud de una pulcritud apabullante.