Reflexión 102

Somos predica invisible,
aún sin hoja, somos palabra efímera,

pesan los amaneceres
que ahora son noche interminable,

somos una ilusión,
y estamos predestinados
con circunstancias firmes,

todo futuro
es presente que será
pasado incuestionable,

cuestiones racionales,
flamean los mares
entre universos de carbón petrificado,

fuegos que derriten
inexistencias imaginables,

emoción silenciando intelecto,

cuando no haya latido,
no habrán heridas
dispuestas a sangrar,

cruentos pasos invertidos,
en las espesuras de una cordura sellada,

clavarán la primera daga,
en la última lágrima del tiempo,

mostrando su fragilidad inexorable,

mostrar por deber,
si tanto placer les causa,
¿por qué buscan justicia
cuando ya lo tienen todo?

son seres que alaban su propio vacío,

sencillez demostrable,

entre negrura etérea,
el éter se empieza a cromar,

ignorancia tardía,
conocerán sus límites,
cuando el tiempo los descarte,
y aún así,
todo viento nunca olvida sus senderos,

infierno gélido,

infelicidad aún más eterna,
aún más longeva que todo fin,

¿implorar por felicidad?

la única manera de sernos fiel,
subyace por debajo del ego,
por encima del odio,
en el centro del corazón,

ira latente.

 

mejor esto
el mejor: "todo viento nunca olvida sus senderos"

el viento no tiene pies por eso no hace senderos.


bastante idéntico la composición

 

el viento nos empuja, las circunstancias son su energia, nosotros somos como barcos con velas, el viento nos indica y nos arrastra muchas veces sin opcion de evitarlo, esa frase es una metafora comparativa con respecto al destino y las causas, que no se pueden obviar, y aun asi menos se pueden cambiar si el entorno no cambia

 

Este poema es un retrato del alma humana enfrentada a la fugacidad de la existencia y a la incoherencia de un mundo que glorifica el vacío. A través de imágenes intensas y contrastes filosóficos, se expone la fragilidad del tiempo, la ilusión del control y la dureza de la razón cuando se enfrenta al silencio de las emociones. La humanidad, atrapada entre la búsqueda de sentido y la arrogancia de su propio reflejo, se revela como predicación sin eco, palabra sin hoja. Y sin embargo, en medio del caos, hay una certeza: la fidelidad a uno mismo solo se alcanza más allá del ego, donde la ira dormita, esperando convertirse en claridad. Esta reflexión final deja al lector suspendido entre la desesperanza de un infierno helado y la posibilidad de redención en lo más íntimo del corazón.


Saludos cordiales