Puente

El automatismo mecánico me toma desprovisto y urgente.

Eleva mi calidad de obscurecencia furtiva.

Metaliza el dogma del dolor ausente.

Somete a esta cólera maldita hasta el punto determinante, en el que las situaciones que trace mi existencia, se vuelvan efímeras.


El vacío me invade y formo parte de la nada.

Hurgando en los impulsos pábulos, que regeneren la impaciencia.

Agudizando los espacios.

Optimizando los silencios clánicos.

Serán el alimento tétrico de mis tardes grises.

En que reposarán los sueños de mi lira sórdida.

Los que fabricarán el circuito próximo a la muerte.


De un momento otro, las oscuras callejas, debelarán el sonido profuso de la ansiedad.

La recurrente largueza del tiempo, pertrechará un difuso suspiro trastornador.

Que derribará en la humosa vaciedad, el caudal insolente de la histeria.

Y dará vida al absurdo microcosmo viscoso y patógono, que siente y se desliza por el imaginario puente gótico, con el simple afán de reordenar la sombría discordia de su sistema de clanes fantásticos.