Perra...

La entrada se hallaba en penumbras.

Tras abrir la puerta un ligero sonido de gruñidos alargados llegaron a mis oídos.
En la sala, un camino de ropa iniciaba marcando rumbo al dormitorio.

Por allí un sostén... más allá un calzoncillo.

Mientras me acercaba, los sonidos se iban expandiendo en volumen y duración.

Gotas de emociones recorrieron mi frente, cuello y pecho... a la vez que la distancia se empequeñecía.

Ante mis ojos la visión reprimió mi salivación mientras soltaba mis cuerdas vocales.

¡Lassie... perra mala, ya deja mis almohadas y bájate de la cama!!!