Los imperdonables

Nosotros los navegantes,
los ajenos en nuestras propia vidas,
los concebidos bajo régimen de visitas estelares,
los amamantados por las selvas del infinito;
nosotros cuya libertad celeste
es luna perdida en el incesante parpadeo de las lenguas aniquiladoras;
nosotros los que hemos dejado al azar
la firmeza de un corazón alimentado entre ruinas,
los del modo seguro con que nos movemos
sobre nuestras bocas descalzas e intolerables,
los del ritmo nebuloso entre los párpados
con que vemos el horizonte agotados y sin arrepentimiento;
nosotros las espadas miserables que se afilan
con la sangre de los santos inocentes,
los que no brotan con amor ni germinan misericordes,
los ausentes que ensombrecen las veredas de enfrente,
que deambulan entre las rocas pintadas con uñas,
que nadan entre las copas de los árboles inertes y desnudados;
nosotros hemos aprendido no a perder
sino a sobrevivir como grandes perdedores,
hemos aprendido a llorar con palomas blancas entre los labios,
a tomar lo que por derecho la talla de la vida nos ha quitado,
a beber de las aguas que cruzan campos ajenos,
a robarle luz a los espacios desolados,
a crecer con pararrayos en los ojos y zafiros en las manos
que fecundan la envidia de quienes no saben que ya lo tienen todo.

Nosotros los desertores del aturdimiento de los sentidos,
los insanos, los mediocres, los imperdonables,
los detractores de una vida consumida en el consumo,
los náufragos de un río hipnótico de sueños maltrechos,
los inoperantes, los ignorantes del amor con que aman sin medida,
los de las entrañas afiebradas por el asedio sin pereza,
los que cicatrizan las heridas con la sal de otros cuerpos,
los odiados y queridos bajo el alero de un mismo beso,
los de nunca, los de siempre, los del jamás que no se olvida…
Nosotros y nuestro despertar de pechos catatónicos,
nosotros con nuestros besos de sábanas y crepúsculos,
de noches con peligrosa seda de pieles sobre la piel,
nosotros y nuestras espaldas apuñaladas por los años,
y nuestras venas alimentadas por dejar atrás…
Nosotros los Icaros de la mitológica realidad,
los repelentes de la conciencia colectiva y del buen humor,
los hastiados de matrices ajenas que siguen preñadas
y contenidas en sepulcros que jamás se descomponen;
nosotros los desterrados de serpientes que no sueñan,
los que sabemos el destino preciso de nuestras palabras,
los que hemos asesinado el oriente de nuestras ilusiones,
los expatriados de las cúpulas de la condescendencia,
los que intimidan la duda y el pesimismo certero
de los anillos que envuelven la bien pronunciada poesía;
nosotros los bienaventurados de la desventura,
lo magos desertores que no devolvieron los ímpetus desaparecidos,
los encantadores de cosquillas en el vientre,
los que viven en la eterna ilusión que no sea rota por la triste realidad.

"Nosotros los depredadores de sonrisas y mendigos de lágrimas,
la sal oxidada de naufragios desconocidos,
los maderos deslucidos haciendo frente a un sur opresor.
Nosotros, la letra pequeña que nadie lee clavándose como espina
en calendarios de otoños olvidados,
los que empapan su lengua con alcohol,
lamiendo la herida cancerígena que corroe el alma.
Nosotros los de aquella esquina y la otra y la otra…
entibiando versos bajo faroles de lluvia.
Nosotros, los que no lloramos porque está prohibido
expresar cuanto duele la vida."
(Pilar M.)

Nosotros, los imperdonables, los envenenados, los desafiantes,
los espantados de buitres en los bordes del espíritu,
los sonámbulos de media tarde, de media vida, de medio filo;
los de trampas en la voz que seduce embriagadora,
los de túneles pálidos bajo las arterias, los indecibles,
los indeseables, los invitados de piedra a nuestra propia vida,
los artesanos en la experticia de nuestro propio destino,
los sin permiso de Dios ni del diablo,
los herederos del Edén que hemos hecho pasantías en el infierno,
las dos caras de la moneda, los de fuego y tormenta
convertida en pasión que hace polvo hasta los huesos…
Nosotros hemos despertado con exaltación
de nuestro sueño eterno de ser los menos en esta tierra
para convertir la vida en belleza y en vida la belleza,
nosotros hemos derrotado al mundo desde sus cimientos
y se nos ha venido encima la ensangrentada luz
y se nos han caído los pétalos dactilares de nuestras almas
bajo el techo compartido con un pasado irreconciliable
que es muerte y terremoto de cisnes encolerizados;
nosotros que hemos zozobrado en estremecimientos
y nadado en las angustias de quienes nos han olvidado...
¿es imperdonable que queramos ser tan solo nosotros mismos
por enésima vez en nuestras propias y ajenas vidas?

 

"hemos aprendido a volar con palomas en los labios"

Me quita la respiracion, es un poema completamente cautivador.

Abrazos fraternos sin limite,

 

Uffffffffff
PRECIOSO TODO EL!!!!!
Enhorabuena poeta Bender...un repleto poema se sentires, que azuzan el alma...
Te envío miles de estrellas para esas noches largas...

Abrazo positivo
coralparis