lo ocacionaste

Siento debilidad en mis manos al plasmar frases en un triste, desastroso y viejo papel, que esta congelado por las cenizas del frío dolor.
Mis pupilas hidratan la utopía de lo que algún tiempo fue alucinación.
Cada segundo se convierten en recuerdos tatuados en mi memoria que no cesan de palpitar gritando auxilio.
Un trago amargo rebaja mi garganta a la nada saboreando pasado.
La música invade mi mente fragmentando el odio por mi sangre.
Todo se vuelve traslucido, leve, sumiso, intimidante. Ese filtro maldito quema la yema de lo que se puede llamar don humano. Aspiro cáncer de pulmón suponiendo sobrevivir a la infelicidad. Endulzo mi alma con chocolate para hacer menos trágica la escena, pero antes aniquilo mi ciencia, ¿Cuál ciencia? Nunca lo sabré.
La lógica se deshace minuto a minuto bajo acordes estridentes llenos de melodías casi suicidas, que conllevan al final del ayer. Te extraño es verdad pero también te desprecio con todas las fuerzas espirituales de un infierno, que invade mi relativa, infeliz vida.
Talvez en algún momento muy lejano, no te odie y te mire de otro modo, entonces será cuando logré ver el paraíso, la felicidad y por fin descubra la palabra o mas bien el hecho “libertad”, “existencia”.

Sí, lo sé. Son palabras vanas, vagas, inútiles talvez sin sentido para ti, pero por lo menos me consuela, que por un pequeño instante tus ojos las acariciaron y tu mente las conservo, ya sea para mejorar o empeorar este maldito teatro de sentimientos.
De pronto este absurdo papel encaje en la basura, eso depende del lector y su conciencia, en pocas palabras de ti.