La soledad

Si hay algo que disfruto intensamente, es la soledad. A veces creo que estoy demasiado obsesionado por ella. Desde niño buscaba su hermetismo, y en ella subrayaba la luz de mis secretos. Han pasado los años, y los dos nos buscamos, nos atraemos, casi puedo decir que nos gustamos. He ahí mi admiración mas plena, mi búsqueda insesante. De noche, cuando el sueño se posa en los mortales, mi corazón presiente su llamado Es hermosa su voz, como un temblor de labios cuando esperan el beso. Y despierto sediento de su amor melancólico. Y disfrutamos tanto del encanto, lo digo con placer; su perfume me atrae, es algo tenebroso, que se va dispersando por mi espíritu, hasta tocar el pulso de mi alma. Allí nos apretamos hasta unirnos, para luego treparnos en las formas que despliegan los años y las sombras. Debo decir también, que fue mi padre, creo; el que me arrodilló en la expectante calma de la naturaleza, y eso, a mi ver; fue atrayendo mi ser hacia el reposo que amablemente nos da la soledad. El silencio es la calma, el completo cesar del movimiento y el ruido. La soledad es todo lo que agrisa el pensamiento, cuando apartado el ser del mundanal sentido, nos hace conmovernos en nuestro propio cuerpo.



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