La naranja

Pesa en mi mano la redondez de su infancia recién nacida,

lentamente en la corteza la navaja penetra como una lengua

de acero y níquel que desprende del blancor su pulpa agridulce

de néctar milagroso, del hemisferio brota el jugo en gajos de piel

desprendida por los dedos finos de mi madre que acercan la media

luna hasta mis dientes donde se derrama como un manantial su tapiz

mordido por el ansia de mi sed que ya no espera a sentir el aroma

del fruto en sazón antes de que el río de su vientre se rinda a mi codicia.

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Preciosas imágenes he leído en este poema, un abrazo con la pluma del alma

 

Como siempre estimado Ramón llenos de espléndidos versos desbordas creatividad en la jugosa naranja. Saludos, que tu magia poética sea eterna.