La muerte

Si la vida fuese infinita,
si no hubiese un final esperado,
cada instante sería intercambiable,
y nada tendría un valor real.

Lo que hace precioso un momento
es que no vuelve.
Lo que hace significativo un acto
es que no puedes repetirlo eternamente.
Lo que hace profundo un amor
es que un día lo perderás o tú te irás.
Lo que hace valiente una decisión
es que el tiempo no perdona su demora
Todo eso —todo— proviene de la muerte.

La muerte no destruye la vida;
la sostiene, la delimita, la intensifica.
Es el borde que permite ver la forma.
Es el límite que permite captar la esencia.
Es el espejo que hace que vivir
no sea simplemente durar.

Por eso decían los antiguos:
“Lo que es fin, es maestro”.

Y Marco Aurelio añadía:
“No desprecies la muerte:
ella es una de las obras de la naturaleza.”

La muerte es la que hace urgente la bondad,
la que hace valiosa la alegría,
la que hace única la experiencia,
la que hace sabio el presente.

Sin muerte, vivir sería como mirar un paisaje
que no cambia jamás.
Con muerte, cada hora es irrepetible.
la vida obtiene su significado porque termina.
La muerte no es lo contrario de la vida,
es su condición, su raíz, su garante.
Es el silencio que sostiene la música.
Es la sombra que permite ver la luz.
Es la maestra que nos recuerda que estamos vivos.

 

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