La Higuera

Bajo la gran higuera nudosa
y sucia el sol ha detenido
una sombra pegajosa, que
huele a frutos maduros en el
suelo, y augura frescos provechos
en la tarde bochornosa.
Junto a un esbelto ciruelo y
un manzano robusto, sus
perfiles retorcidos despiertan
una odiosa forma de atención
y de piedad extrañas.
Nadie se detiene y la acaricia;
son sus frutos olvidados en
pos de verdores agridulces o
encarnados rojos granates.
Quién la hubo plantado allí,
dominando el centro del terreno?.
Quién?. Nadie lo sabe.
Olvidada por la casa y por
el mundo, sobre sus ramas
aun giran los cielos de aquel
chico, aun crujen sus jibas
como briosos caballos de la
perdida batalla por la infancia.