La cautela

Suspendido su alado movimiento,
examina a las puertas del boscaje
la lïebre de mórbido pelaje
las señas que transporta el leve viento.

Su hocico exuda puridad y tiento,
que bien pudiera el verderón follaje
proporcionar resguardo y hospedaje
a enemigos en número de ciento.

Sucédense, pesados como riscos
y férreos como piedras, los segundos,
hasta que, al fin, se extinguen sus temores.

Son sus pies diligentes y pardiscos,
entonces, entre encinas y negundos
centellas que despiden resplandores.​

 

Bellísimo soneto a ese maravilloso animal, estimado Littera,
en el que no has ahorrado calidad ni conocimiento del tema;
destaco la apropiada imagen de Durero que enseñora por encima de tu excelente poema,
un saludo cordial,
Eduardo

 

[TABLE="width: 500"]
[TR]
[TD="align: center"]
[/TD]
[/TR]
[TR]
[TD]Precioso soneto, estimado Littera. Tanto la ilustración como el poema son de una calidad indiscutible. Gracias por compartir con nosotros tan excelente obra poética.

Un saludo fraterno,

Elhi
[/TD]
[/TR]
[/TABLE]