Insondable

Tirada sobre el suelo, aquella rosa olvidada
se marchitaba como mi alma y en aquel ébano lugar
los espectros seguían detrás de mí,
Mientras que caía lentamente en el abismo mis lágrimas no paraban de caer sobre mi rostro
y aquellos fantasmas andaban musitando
que mi muerte había llegado.
Tome la rosa y al tocarla sentí un pinchaso, el veneno corrió por
todas mis venas, paralizado y en el más profundo silencio implore...
¡Déjame ir!
Ya era demasiado tarde aquellos demonios vetustos tomaron mi dolor y
desaparecieron de la nada.

 

El miedo al dolor nos vuelve cobardes, mientras
el aceptarlo con alegría nos vuelve masoquistas...

... Yo me declaro sádico...


Hermosas y profundas letras que nos compartes, y que se agradecen.

Ternuras con espinas.

Dragon Ecu

 

Ver la muerte desde tus ojos es un amplio viaje, las imágenes son grandiosas, saludos cordiales.

 

Es muy bueno, me ha gustado.
Saludos.