Hipocresía

"Esto ciertamente es un escupidero, más que un poema"

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Pasa que mi sangre ya no fluye
con la misma avidez de hace siete años
Pasan los días y el corazón sólo bombea
por cotidianidad.
Estoy aburrida es cierto, de que todo,
la vida, el régimen, el ir y venir
ya no me representen un reto.
Me acostumbré a estar viva
como todos los demás.

¿Dónde quedó el eterno sueño de la muerte?
El que mantuvo mis años lejos de lo vulgar.
La idea de que todo alguna vez acabaría
quedó atrapada en esta máscara de buen ciudadano
que a diario me pongo y a veces ya no me sé quitar.

Quisiera escupirle en la cara al que me dijo: no puedes.
Desearía no hablar con nadie, no mirar a nadie,
ni siquiera dignarme a mirar por el simple hecho
de NO QUIERO.

Estoy harta del “buenos días”, del “hasta mañana”,
del “¿cómo estás'”, de la falsa sonrisa, del dejar pasar.
Ya no quiero ser cortés, quiero empujar al de adelante,
patear a los ancianos que entorpecen mi andar,
negarle el asiento a las embarazadas, burlarme de los lisiados
gritarle a los gordos, decirle negro al negro, ¿por qué?
y con una sonrisa de oreja a oreja contestar: PORQUE ME DA LA GANA

La razón verdadera es mucho menos sencilla y más dolorosa:
la vida me está cobrando las cosas que aún no he hecho.
Me ha quitado el sueño, me ha hecho presa de miedo y quimeras
se ha enfermado mi cuerpo que apenas comienzo a disfrutar.

Ya no pienso seguir fingiendo que soy feliz siguiendo las reglas de uso.
Acariciaré la cabeza de un perro antes que tomar la mano de un humano,
le daré de mi comida a un gato callejero antes que a un niño hambriento.
Iré por la vida diciendo lo que todos quieren pero no hacen:
perdedores, feos, inútiles, vulgares, sosos, lambiscones, asesinos,
falsos creyentes, inoportunos, mentirosos…
Y no es porque yo esté libre de pecado, si no es porque ahora,
me nace el gusto de hacerlo.