He muerto.

Nunca me había fijado
en lo tan lineal que es la cebra.
Sus colores,
blanco y gris concreto
no parecían tener alguna importancia para mí
hasta este día.

Y pensar
que desde el suelo,
todo se ve muy distinto,
como en otra dimensión y descanso
de una vida tan estresada.

Veía a mi al rededor
¡quién sabe qué comentaban!
lo cierto es,
que sus expresiones de horror eran evidentes.
Alguien me hablaba.
Yo no le oía,
y por más que intentara hablar
mi voz era muda...
no podía.

Las cosas se ven tan distintas desde la cebra.
Habían unas luces desde los semáforos
que me hacían pensar
que algo detenía el trafico,
era yo.

No podía moverme,
quería,
pero ya no tenía nervios para hacerlo
porque se habían perdido con el olvido.

Siento que algo de mí se va...
tengo mucho sueño,
más, no quiero dormir...
quiero estar despierto.

En mi vista,
las imágenes de las personas se alejan
y se convierten en un pequeño punto distante de luz.
Mi corazón,
siento que late más lento,
¡tengo frío!
pero poco a poco desaparece.
Todo se torna oscuro, y,
al tratar de respirar
percibo cómo se van agotando los cartuchos de aire
que se escapan de mis pulmones.

Siento un bienestar muy grande,
y el concreto
ya no está duro,

agonizo,

me extingo,

me apago.

He muerto.​

 

Poeta tus versos de agonia se clavan como dagas de en el corazón que al sentir tu dolor al igual agoniza....muriendo de amor.

Recibe todo mi cariño....

Brisa de otoño

 

¿La cebra es la escalera al otro lado? Un gran placer leer tu escrito. Castro.

 

Gracias mi apreciada Brisa por todo tu cariño, gracias por estar conmigo siempre. Te comento que he tendio problemas con el ordenador y casi no había podido escribir sino hasta hoy. Hay muchas cosas que contar, más ten calma.

Gracias infinitas por tu bondad.

Por siempre.

Elik.

 

Gracias poeta Castro por su amable comentario.


Gracias infinitas.


Elik.