Entiéndete eterna

Madre de los días,
cantan nuestras rosas,
no hay recuerdo más certero,
que el que amoroso nos abraza,

dando frutos al paisaje,
oleaje de fuertes tiempos,
entre olas viaja mi corazón,
siempre encontrando en tu pecho,
hogar, nunca fenecido,

desde niños nos inculcan,
esa fascinación que de grande añoramos,
más todo vuelve, como renacida sensación,
cuando tu enseñanza
con la vida contemplamos,

no serán mis heridas huida,
si de las carencias, injustas,
ahondan en tus besos,
tus dulces raíces,

sintientes tus manos,
sobre tus sueños reposan,
pues sé que en los instantes primeros,
aquella certeza pasada,
suele ser cauce, por fortuna,
para futuras abundancias,

y entre belleza reflejada,
laguna de tiempo maleable,
la firme quietud del horizonte nos abraza,

¡quiérete bella!,
siempre bendita,

¡álzate libre!,
con todas tus lunas,

¡siéntete noche!,
recubre a las estrellas con su esperanza,
que siempre es luz tuya,

admite tu importancia,

pero nunca le ofrezcas a la muerte,
lo que la vida protege,

entiéndete eterna,

siempre alimentando tu valía.