Dos Caminos

Dos caminos

Meditabundo, con las ojeras de los años, de negro, cruzando un puente peatonal, recordó, ¿qué recordó? Un momento de su infancia. Una escena inédita de su memoria. Pero ¿qué escena? Una peluquera peinando a una niña cuadripléjica, bonito cabello, y poco más, era el momento que explicaba su timidez.
O mejor dicho, su decisión de ser tímido. Ella era Clara, la más traviesa niña que puedas imaginar. Un atropello de automóvil, y la conmoción del barrio. Él se enteró más tarde, en la peluquería. Clara no volvió a correr. La impresión lo volvió a él tímido, un día, una semana, una vida.
Clara se fue del barrio, su familia partió a Italia. Él salió menos a la calle, él hablo menos a la gente, él se quedó dentro de él.
Él alzó sus ojos en lágrimas al cielo de la mañana, y el instante pasado venía a su mente, está tan lejos se dijo.
Dos caminos.
Tirarse del puente, o llevar sus cenizas a la montaña y renacer.