Diva.

Apareciste, así de simple,
con una sonrisa robusta
y cuatro coordinadas patas
aglomeradas, un poncho
acaramelado y dos vasijas
de miel inquietas.
Tu hocico húmedo es el
que me habla y tu cola es
la lengua danzante de tu
alegría.
Todo me lo entregas sin yo
tener que encarcelar
tus ladridos,
eres un rosado olfato mojado
y tu saliva en mis manos
es tu sentencia de amor de café
madera, de aromática canela y de
imbatible roble.
Por ti han pasado ferrocarriles
oscuros, furiosas lanzas de acero,
ruedas que muerden y sin embargo
ahí estás, mirándome con tus
dos ojos almendrados, como
reclamando la vida, como
anunciando que te quedas.
Guardiana de orejas hojas de
otoño, bigote solemne y nevado,
defiende tu alimento
con un ladrido épico y
reclama tu casa
con agua fresca, con un hueso
viviente, con alevosía temeraria.
Eres tú quien se queda por
las noches contando gatos
orgullosos y somnolientos
gorriones cobardes,
eres tú la que me mira con
timidez olfateada,
la que con lealtad agitada amanece
y como un obsequio su lengua
me entrega sonriendo.

 

Muy bonito poema Joel, me gusta mucho el lenguaje que empleas y la originalidad de tus metáforas. Creas una atmosfera muy personal y bella. Un abrazo. Paco.

 

Hermoso y sensible retrato amigo... conmovedor por su fuerza expresiva...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...

 

Hermosura fantástica de letras preciosas de gran calidad.