Diana ensombrecida

¡Vuela, mi ángel de promesa adánica!

condenada a tu cielo, aurora satánica,
lúgubre paisaje, sueño y luz, gran trio.

Un fiel infinito, y consciencia adánica,
como la fuente de tinieblas, cual frio
de angustias, en este devenir ilusorio.

Esa bondad del hombre, casi satánica,
Nutrimos como la fiebre de un rubor
intenso, como el espejo que asombra,
reflejo dormido en un Sabbat umbrío.

Resplandor del ciego, que en tridente
convertida, refugias al poeta cadente,
¡¿Eres alquimista, profeta o vidente?!
abismo de la nada, hondo y candente,
cuyo final, es solo una figura sedente.

¡Oh! criatura firme, del cielo sombrío,
cual perla perdida en negra alfombra,
bruma ofrecida, la Selene de mi albor,
profundo aroma, y mi noche adánica.

tétricas cicatrices, en tu seno irrisorio,
cuya antorcha, fulgura un eterno brío
que aspirare con vigor, alma satánica.

De la Estigia beberé, henchido de rio,
¡lamentare tu olvido, pasión adánica!

¡Infame devenir, con agonía satánica!