Ahora

Era el momento para amarnos,
no pensamos en destruir el deseo imperante entre tranquilidad y temor,
nuestras bocas ansían el sabor a mar de nuestro amor,
no tiramos nuestros deseos al vaivén del viento,
los hacemos nuestros como en una catarsis de lujuria
en cuerpos de torrentosa y caliente sangre.
Reina en nuestros cuerpos el atrayente momento venidero,
ansiamos esa caricia que envolverá
entre estertores y temblores nuestra piel
y disfrutaremos entre placeres carnales el premio a la osadía
de amarnos entre pétalos perfumados o bosques de rosales.
No somos dueño del control ni deseamos llevar a nuestro corazón
una paloma de alas cortadas.
Nuestro tiempo palidece si nos borramos de nosotros y batallamos
en limpias libes la recuperación de nuestras locuras.
El momento es exacto para un beso prometedor,
nuestra pasión reduce la cavidad de nuestras aortas
y nos hace explotar en lamidos y ansiedad,
sabiéndonos únicos habitantes de nuestro mundo
de burbujas opacadas al exterior.