Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

“Tonta como ninguna”
te llamaron, al irnos esa noche.
“Pasarías hambruna”
dijeron, un reproche
de los tantos, llamándome fantoche.​

 

Corregido. Muchas gracias.

 

Despierto a media noche,
en la calle parece que hay reyerta.
Me atosiga un fantoche
por la ventana abierta.
Es solo angustia que me tiene alerta.​

 

Ha sido descubierta
la historia más falaz de tu existencia,
y solo me despierta
una salvaje urgencia
de ofrecerte aún menos resistencia.
​

Nota: hay un experimento de acentos contiguos en el verso de cierre. Opino que se impone el acento en la sexta, al menos cunado lo recito. Hay algunas cosas interesantes de acentos en la quinta sílaba en endecasílabos en la obra de Antonio Colinas, pero no con acentuaciones contiguas, si mal no recuerdo. Hay más escrito acerca de acentos contiguos en la sexta y séptima (algunas cosas de análisis escritas por Márquez, de la Universidad de Huelva).

 

Todo seremos mientras
en este cuarto dure ese reflejo.
A través suyo, entras
más allá de el espejo
cuando un ojo es lascivo catalejo.

​

 

Mágico es el espejo
que le cambia a la luz la dirección
y a veces es complejo
como esa condición
se usa para obtener información.


Esquema del experimento de Michelson y Morley:
[1] Fuente de luz
[2] y [4] Espejo divisor semiplateado
[3] y [3′] Espejos planos
[5] Ocular

El éter no existe.​

 

Es física en acción
cuando un interferómetro nos mide
con mucha precisión
lo que el seso le pide
que en modelo teórico valide.​

 

Lo que el alma me pide
es no volver a estar entre tus brazos,
un espacio que mide
el daño de tus trazos;
se agotó el tiempo para los abrazos.​

 

Era ella abolengo
y yo un paria, sin fin de lucro y pobre.
Ahora me sostengo
sin que todo zozobre,
esperando que el alma se recobre.​

 

El halo matutino
del lago con su bruma acogedora
es un velo al camino
que, ciego, nos demora
la llegada de algún ave canora.​

 

Te espero, amor, ahora,
después de tu mensaje cariñoso,
pero no sé en que hora,
ni el momento precioso
en que al fin estarás aquí, amoroso.​

 

Yo no quiero bombones
ni anillo que nos ligue la existencia
solo aspiro a los dones
que da la persistencia
del deseo y el amor, única ciencia.​

 

Lavaré mi conciencia;
soy humano y culpable como tal.
Las dosis de sapiencia
parecen ser un mal
en la psiquis raquítica virtual.​

 

En el lago, la quieta
superficie azulada son tus ojos.
Y es la imposible meta,
iris como cerrojos
dispuestos a negarme los antojos.​

 

Los dos somos de Marte
porque Venus huyó de tanta guerra.
Sin gloria, somos parte
de una herida en la Tierra
que a niños y a deidades les aterra.​