Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

He tenido siempre coche
y he cambiado de modelo
sin llegar nunca al derroche
para evitar el reproche
y algún tirón en el pelo.

 

Se me ha caído el pelo
como al gran Corocotta,
más no tengo el anhelo
de injerto y escapelo
en esta cocorota*.

​

(*)En castellano iberopeninsular, coloquialismo de cabeza)

 

Se le llama macrobiota
(“macro” y “biota” son argivos)
a toda visible biota,
por ejemplo, una gaviota
u otros grandes seres vivos.

 

De momento todos vivos,
coleando en la pecera
en la que estamos cautivos
sin conocer los motivos
para no dejar la espera.

 

Como una sombra agorera
el álamo se acercó.
Era en un sueño cualquiera,
de esos desde que marchó.
Hoy el árbol me abandonó.

 

A su dama abandonó
por irse de correrías;
ella pronto se buscó
una amante y se pasó
a mejores compañías.
​

 

¿Compatibilizarías
tus anhelos con los míos?
¿Lo reconsiderarías?
¿Pueden libres albedríos
no percibirse gentíos?

 

No me gustan los gentíos
ni vivir en muchedumbre
no necesito de avíos,
mucho menos atavíos,
respiro la mansedumbre.

 

Cuando llegas a la cumbre
el camino es hacia abajo,
no existe la incertidumbre:
trabajarán a destajo
hasta verte hecho un andrajo.

 

SUCEDE A VECES, PERO ES ESPORADICO. Saludos poeta.

 

Esta de moda el andrajo
todos siguen el modelo,
si no lo hago me rebajo,
no soy de cítrico gajo,
que no me tomen el pelo.

 

ES LA REALIDAD INTERNACIONAL, POR CIERTO TENEBROSA. Felicitaciones por incluirlo. Saludos.

 

En plural, aquí el andrajo
es una torta de harinas;
que trabajar a destajo
para los que estamos bajo
requiere de proteínas.

 

Nos dicen que proteínas
precisamos en la dieta
para evitar las anginas.
Existen en las sardinas,
apúntenlo en la libreta.

 

El infeliz guardameta
creo que calculó mal:
ganóse roja tarjeta
por la patada bestial
a mi ídolo barrial.

 

Mi recuerdo mas barrial
viene de mi amigo Jon,
un personaje normal
muy centrado en lo banal
que vive sin ton ni son.

 

Bailábamos al son
de una orquesta de aves;
a mitad de canción
irrumpió conmoción:
se cayeron las llaves.​

 

Se perdieron
en la senda
y se hicieron
con la prenda
una venda.​

 

En los ojos una venda,
en los oídos tapones,
asistir a la contienda
y presentar una enmienda
sin importar las razones.

 

Lo tienen por caballero
porque las tiene engañadas
con sus continuos te quiero.
No es más que un filibustero
asestando puñaladas.


​

 

Me desagrada el cinismo
en una conversación;
parece casi lo mismo
a escupir en el abismo
con tal de tener razón.​

 

Tengo un amigo, en concreto,
al que todos quieren lejos,
tener razón es su reto
y nos pone en un aprieto
cuando lanza sus consejos.



​

 

Le da por aparecer
cuando menos se le espera,
mas siempre ha de merecer
de nuestra carga el querer
por hacerla más ligera.
​

 

Era de piernas, ligera.
De intenciones…mucho más.
Al viento, su cabellera
de oro y sol mi vida era
volando en un fuego al ras.