Febo

La majestuosa guirnalda de rosas rubicundas la ostenta Febo,en su testa llameante de una paz insomne que hace partir de dolor el corazón de cualquier mortal que ose,con sus ojos ciegos por las lágrimas de Amor,otear con sus manos candorosas y vivas como el gigante sol invernal,el sacramental adorno divino de tal enigmático numen celestial.Éste baja de su pedestal de oro para nublar con sus palabras de un vaho de escarlatina mortal las mentes soberbias de aquellos que se adentran en la floresta;donde encarnizadas alimañas se alimentan de la carroña de un héroe vencido en antiquísima noche ancestral.Entonces,aquellos,enfermos y ya a punto de expirar,dejan caer de sus ya pálidos labios un susurro de mortandad que hace confabular con el grisáceo espectro que no es sino la sombra calamitosa de la bienhechora Muerte,una especie de pantomima que hace las delicias de los gnomos;esos incansables trabajadores de galerías subterráneas donde esconden el plateado ajuar de la difunta madre natura.

 

homo-adictus,como todo dios pagano,Febo es tan cruel como sus coetáneos.Parte el corazón y siembra la escarlatina.Esta última a los soberbios,los cuales cuando ya están a punto de expirar,la gris sombra de la muerte hace su aparición bajo rasgos mímicos que bien conocen los genios de la tierra;esos labradores de oscuras cavernas donde guardan el tesoro de una naturaleza difunta por haber sido profanada en su interior.Atentamente Edouard.