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Luis Cernuda

Tema en 'Biblioteca de Poética Clásica (Poetas famosos)' comenzado por VicenteMoret, 20 de Octubre de 2013. Respuestas: 4 | Visitas: 2405

  1. VicenteMoret

    VicenteMoret Moder. Biblioteca P. Clásica.Cronista del Tamboura Miembro del Equipo Moderadores

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    [TD]LUIS CERNUDA (Sevilla, 1904 - Ciudad de México, 1963)

    Poeta español, una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, a la manera de G. A. Bécquer, pero con características matizadas por una aguda actitud de la mente, rasgo esencial de la generación a la que perteneció. Estudió derecho en su ciudad natal bajo la dirección de Pedro Salinas, de quien fue discípulo y quien orientó, asimismo, sus primeros pasos de poeta. De su inicial inclinación a la soledad y al nihilismo evolucionó hacia una actitud de íntima y acogedora espiritualidad. Así, los poemas "Atardecer en la catedral" y "La visita de Dios" señalan, según J.M. Valverde, "el término de la evolución de un ambiente español, desde un ideario exquisito y minoritario hasta una emoción a la vez religiosa y socialmente humana".

    En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos. Sus primeras obras marcan un itinerario que desembocó en una estrecha afinidad con los poetas surrealistas. Esta etapa, que dio comienzo con Perfil del aire (1927) y Égloga, elegía, oda (1928) logra su mayor expresión y madurez en Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931), libros en los que ya se muestra, en todo su esplendor, un Cernuda enamorado y rebelde, orgulloso de su diferencia.

    En sus volúmenes siguientes arraigó con originalidad y dominio la tradición romántica europea: Donde habite el olvido (1934), Invocaciones (1935). Los títulos que aparecieron a partir de este momento, más los ya publicados, fueron engrosando su obra poética completa bajo el sugestivo rótulo de La realidad y el deseo (1936); en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta.

    Cernuda, que tras la contienda civil española conoció el exilio del que jamás volvió, emprendió, bajo la influencia directa de la poesía anglosajona, un período en el que su obra poética se hace autobiografía y reflexión. Residente en Gran Bretaña, Estados Unidos y, por último, México, publicó sucesivamente, entre otros libros, Las nubes (1940), Como quien espera el alba (1947), Vivir sin estar viviendo (1949), Con las horas contadas (1956) y Desolación de la Quimera (1962).

    La obra del autor ha sido objeto de numerosos estudios en muchos países. Tal vez quien más y mejor se haya aproximado a su sentido más genuino y profundo sea el mexicano Octavio Paz, que en un breve ensayo dedicado a su figura, escribe sobre el sentido de la palabra deseo en los trabajos del poeta: "Con cierta pereza se tiende a ver en los poemas de Cernuda meras variaciones de un viejo lugar común: la realidad acaba por destruir al deseo, nuestra vida es una continua oscilación entre privación y saciedad. A mí me parece que, además, dicen otra cosa, más cierta y terrible: si el deseo es real, la realidad es irreal. El deseo vuelve real lo imaginario, irreal la realidad".

    Pero además de poeta, Cernuda fue también un excelente prosista. Toda su obra recopilada tras su muerte por los estudiosos Derek Harris y Luis Maristany, se puede encontrar en el volumen Prosa completa (1975), en el que, entre otros títulos, aparecen Variaciones sobre tema mexicano (1952), Ocnos (1942) y Estudios sobre poesía española contemporánea (1953).
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    --..--

    A continuación reproducimos parte de la obra poética del autor.

    --..--

    Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos...

    Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,
    como nace un deseo sobre torres de espanto,
    amenazadores barrotes, hiel descolorida,
    noche petrificada a fuerza de puños,
    ante todos, incluso el más rebelde,
    apto solamente en la vida sin muros.

    Corazas infranqueables, lanzas o puñales,
    todo es bueno si deforma un cuerpo;
    tu deseo es beber esas hojas lascivas
    o dormir en ese agua acariciadora.
    No importa;
    Ya declaran tu espíritu impuro.

    No importa la pureza, los dones que un destino
    levantó hacia las aves con manos imperecederas;
    no importa la juventud, sueño más que hombre,
    la sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad
    de un régimen caído.

    Placeres prohibidos, planetas terrenales,
    miembros de mármol con sabor de estío,
    jugo de esponjas abandonadas por el mar,
    flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.

    Soledades altivas, coronas derribadas,
    libertades memorables, manto de juventudes;
    quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,
    es vil como un rey, como sombra de rey
    arrastrándose a los pies de la tierra
    para conseguir un trozo de vida.

    No sabía los límites impuestos,
    límites de metal o papel,
    ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,
    adonde no llegan realidades vacías,
    leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.

    Extender entonces la mano
    es hallar una montaña que prohíbe,
    un bosque impenetrable que niega,
    un mar que traga adolescentes rebeldes.

    Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,
    ávidos dientes sin carne todavía,
    amenazan abriendo sus torrentes,
    de otro lado vosotros, placeres prohibidos,
    bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,
    tendéis en una mano el misterio.
    Sabor que ninguna amargura corrompe,
    cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.
    Abajo estatuas anónimas,
    sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;
    una chispa de aquellos placeres
    brilla en la hora vengativa.
    su fulgor puede destruir vuestro mundo.

    --..--

    La sombra

    Al despertar de un sueño, buscas
    Tu juventud, como si fuera el cuerpo
    Del camarada que durmiese
    A tu lado y que al alba no encuentras.

    Ausencia conocida, nueva siempre,
    Con la cual no te hallas. Y aunque acaso
    Hoy tú seas más de lo que era
    El mozo ido, todavía

    Sin voz le llamas, cuántas veces;
    Olvidado que de su mocedad se alimentaba
    Aquella pena aguda, la conciencia
    De tu vivir de ayer. Ahora,

    Ida también, es sólo
    Un vago malestar, una inconsciencia
    Acallando el pasado, dejando indiferente
    Al otro que tú eres, sin pena, sin alivio.

    --..--

    No intentemos el amor nunca

    Aquella noche el mar no tuvo sueño.
    Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
    quiso vivir hacia lo lejos,
    donde supiera alguien de su color amargo.

    Con una voz insomne decía cosas vagas,
    barcos entrelazados dulcemente
    en un fondo de noche,
    o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
    viajando hacia nada.

    Cantaba tempestades, estruendos desbocados
    bajo cielos con sombra,
    como la sombra misma,
    como la sombra siempre
    rencorosa de pájaros estrellas.

    Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
    alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
    cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
    todas puras de nieve o de astros caídos
    en sus manos de tierra.

    Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
    Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
    con sonrisa de antaño,
    ignorado de todos.

    Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
    adonde nadie
    sabe de nadie.
    Adonde acaba el mundo.

    --..--

    FUENTES:

    http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cernuda.htm
    http://www.amediavoz.com/cernuda.htm#Donde habite el olvido...
    http://www.amediavoz.com/cernuda.htm#LA SOMBRA
    http://www.amediavoz.com/cernuda.htm#NO INTENTEMOS EL AMOR NUNCA

    --..--
     
    #1
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  2. Luis Adolfo

    Luis Adolfo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias por tu aportación, Vicente.
    Dejó aquí un excelente poema del maestro, donde dialoga consigo mismo desde la perspectiva del paso de los años.
    Espero que sea del agrado de los usuarios del foro.
    Un abrazo

    PREGUNTA VIEJA, VIEJA RESPUESTA.

    ¿Adónde va el amor cuando se olvida?
    No aquel a quien hicieras la pregunta
    es quien hoy te responde.

    Es otro, al que unos años más de vida
    le dieron la ocasión, que no tuviste,
    de hallar una respuesta.

    Los juguetes del niño que ya es hombre,
    ¿adónde fueron, dí? Tú lo sabías,
    bien pudiste saberlo.

    Nada queda de ellos: sus ruinas
    informes e incoloras, entre el polvo,
    el tiempo se ha llevado.

    El hombre que envejece, halla en su mente,
    en su deseo, vacíos, sin encanto,
    dónde van los amores.

    Mas si muere el amor, no queda libre
    el hombre del amor: queda su sombra,
    queda en pie la lujuria.

    ¿Adónde va el amor cuando se olvida?
    No aquel a quien hicieras la pregunta
    es quien hoy te responde.

    Este poema pertenece al libro de “Desolación de la Quimera”.
     
    #2
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  3. lesmo

    lesmo Poeta veterano en el portal

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    Muy agradecido por las aportaciones y la introducción que nos ilustra sobre la vida y obra del gran Luis Cernuda.
    Al pasar por este espacio recordé el gran poema que este autor dedicó a Góngora, el cual transcribo. Viene cuajado de la tristeza por lo que el mismo Cernuda llamó "pobreza noble que le obliga".

    GÓNGORA

    El andaluz envejecido que tiene gran razón para su orgullo,
    el poeta cuya palabra lúcida es como diamante,
    harto de fatigar sus esperanzas por la corte,
    harto de su pobreza noble que le obliga
    a no salir de casa cuando el día, sino al atardecer, ya que las sombras,
    más generosas que los hombres, disimulan
    en la común tiniebla parda de las calles
    la bayeta caduca de su coche y el tafetán delgado de su traje;
    harto de pretender favores de magnates,
    su altivez humillada por el ruego insistente,
    harto de los años tan largos malgastados
    en perseguir fortuna lejos de Córdoba la llana y de su muro excelso,
    vuelve al rincón nativo para morir tranquilo y silencioso.

    Ya restituye el alma a soledad sin esperar de nadie
    si no es de su conciencia, y menos todavía
    de aquel sol invernal de la grandeza
    que no atempera el frío del desdichado,
    y aprende a desearles buen viaje
    a príncipes, virreyes, duques altisonantes,
    vulgo luciente no menos estúpido que el otro;
    ya se resigna a ver pasar la vida tal sueño inconsistente
    que al alba desvanece, a amar el rincón solo
    adonde conllevar paciente su pobreza,
    olvidando que tantos menos dignos que él, como la bestia ávida
    toman hasta saciarse la parte mejor de toda cosa,
    dejándole la amarga, el desecho del paria.
    Pero en la poesía encontró siempre, no tan solo hermosura, sino ánimo,
    la fuerza del vivir más libre y más soberbio,
    como un neblí que deja el puño duro para buscar las nubes
    traslúcidas de oro allá en el cielo alto.
    Ahora el reducto último de su casa y su huerto le alcanzan todavía
    las piedras de los otros, salpicaduras tristes
    de aguachirle caro para las gentes
    que forman el común y como público son árbitro de gloria.
    Ni aun esto Dios le perdonó a la hora de la muerte.
    Decretado es al fin que Góngora jamás fuera poeta,
    que amó lo oscuro y vanidad tan solo le dictó sus versos.
    Menéndez y Pelayo, el montañés henchido por sus dogmas,
    no gustó de él y le condena con fallo inapelable.

    Viva pues Góngora, puesto que así los otros
    con desdén le ignoraron, menosprecio
    tras el cual aparece su palabra encendida
    como estrella perdida en lo hondo de la noche,
    como metal insomne en las entrañas de la tierra.
    Ventaja grande es que esté ya muerto
    y que de muerto cumpla los tres siglos que así pueden
    los descendientes mismos de quienes le insultaban
    inclinarse a su nombre, dar premio al erudito,
    sucesor del gusano, royendo su memoria.
    Mas él no transigió en la vida ni en la muerte
    y a salvo puso su alma irreductible
    como demonio arisco que ríe entre negruras.

    Gracias demos a Dios por la paz de Góngora vencido;
    gracias demos a Dios por la paz de Góngora exaltado.
    Gracias demos a Dios que supo devolverle (como hará con nosotros)
    nulo al fin, ya tranquilo, entre su nada.

    Extraído de "Las Mil Mejores Poesías de la Lengua Castellana" J. Bergua (Ed) Ediciones Platino, 34ª edición: 644-646.
     
    #3
    Última modificación: 10 de Septiembre de 2016
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  4. Luis Adolfo

    Luis Adolfo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    LOS MUROS

    Los muros, nada más.

    Yace la vida inerte,

    sin vida, sin ruido,

    sin palabras crueles.

    La luz, lívida, escapa,

    y el cristal ya se afirma

    contra la noche incierta

    de arrebatadas lluvias.

    Alzada, resucita

    tal otra vez la casa:

    los tiempos son idénticos,

    distintas las miradas.

    ¿He cerrado la puerta?

    El olvido me abre

    sus desnudas estancias

    grises, blancas, sin aire.

    Pero nadie suspira.

    Un llanto entre las manos,

    sólo. Silencio, nada:

    la oscuridad temblando.



    Otra muestra de la genialidad del poeta. Poema publicado en el libro del poeta sevillano: "La realidad y el deseo"
     
    #4
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  5. CriMa

    CriMa ----

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    Hermosos poemas !

    Saludos cordiales !
     
    #5

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