José y sus maneras

José y sus maneras

Detrás del sillón había una cortina gorda, gorda como la madre que la parió... Nunca conocí madre gorda de tal, pero os aseguro que su hija lo estaba. La cortina ocultaba una hermosa mujer, vestida como su madre la trajo al mundo. Su padre, que se oponía justo enfrente, tras el otro sillón y bajo un reloj de péndulo hipnótico, miraba, a través de su monóculo, una revista de gays. -Adán, dijo la gorda señora. -Dime, obesa, respondió el divo ensueño. -La señorita pretende comerse la fruta.- Mientras los demás sueñen estamos a salvo; cuando despierten nos tocará a nosotros. -Tú y yo tenemos que hablar. -Lo que tengamos que hablar tú y yo se hablará en la cama; si no es así, hablaremos espesos.
No sé si había despertado, o todavía formaba parte del sueño, cuando un montón de carne se sirvió en la mesa; y vino dios, y fruta buena, y comió Adán, y engordó la Eva. Todo fuera el sueño que la vida quiera, porque en vano afán se acostó la tierra. No hubo hijos, solo Cristos por Adán, y algún José... con sus maneras.