.el Imperio artificita de las Ardillas…

.el Imperio artificita de las Ardillas…​

…y así como estas cansado de ver la pared, y la pared
esta cansada de ser pared, un buen día amaneciste,
preparaste unos mates, la canasta, el mantel, los utensilios, y saliste
rompiendo la idiota pared. Lo que viste era de por más extraño;
un bosque lozano se extendía hasta donde la vista alcanzaba a ser…​

En lontananza, una torre, emergía como un diente de león entre la fotosintética Criatura. Todo era la Vida en el bosque. Una amabilidad descerebrada cercenaba el aire liviano, y las hojas, maceradas por el sol, se tambaleaban para resarcirse del rocío y acunar los nidos y sus pichones. No sabía demasiado de exploraciones ni de arquitecturas, siempre había habitado el recinto cerrado, sin embargo, el diente como una luna llamaba curiosamente mi atención. Quizás, cavile luego de la aventura, ésta haya sido una metáfora apurada a razón de algún residuo atento preso de mi antiguo conciliábulo.

comencé por caminar zigzagueando entre los árboles, un sonido fresco,
seguramente arroyo,
era el artificita de aquel sortilegio. Algo volaba haciendo círculos
concéntricos
arriba de mi cabeza y yo lo observaba sin poderlo adivinar.​

Y así fue, como, mis queridos amigos, recomencé el bosque y su fauna y su flora. Tarde muchos soles, amigos, en atravesarlo hasta la torre lunar, pero una vez arribado, supe con convicción que la razón de mi peregrinaje todavía se mantenía incierta. La razón, supuse tanto tiempo después, había sido únicamente “la razón”, algo de la poética por cierto, al estilo del “amor por el amor” o “el flirteo por el flirteo”.

La razón era la incertidumbre tan ansiadamente móvil
que me es irreprochablemente amiga.
Los supuestos, las teorías, los diagramas, los teoréticos, los teoremas,
en nada me satisfacían. ​

Luché contra este sentimiento adverso un buen tiempo, advertía, no sin sorpresa, que en toda la complexión del bosque era la torre lunar el único lugar en donde anochecía. La brisa era fresca. Coronado bajo ese pensamiento y sabiduría toqué el águila sagrada que planeaba impertérrita sobre mi cabeza, para comprender, que los requisitos y enigmas de nuestro único viaje eran…. ¡Cuantas ideas me guiñaron gravitando y haciendo círculos entre los sopores rojizos de ese cielo tan abstruso! Yo, por lo bajo las miraba, ¡ay, tan lindas como la piel de los duraznos, las cornucopias, Amaltea, y el amor!... Tarde mucho tiempo recomponerme y levantarme, pero una vez erguido, crucé la sombra y de nuevo me encontré en los dominios abiertos. Ok ok ok…

[SIZE=3]Algo llamaba superlativamente mi atención.[/SIZE]
[FONT=Times New Roman][SIZE=3]Al levantar el cabeza, henchido por las luminiscencias sagradas del dominio del sol, [/SIZE]
[FONT=Times New Roman][SIZE=3]miré delante y una nueva torre, como un diente de león, erguíase erguida como una [/SIZE]
[FONT=Times New Roman][SIZE=3]mantis en una jaula de luz. [/SIZE]
[FONT=Times New Roman][SIZE=3]Al levantar la cabeza exhalé sin querer mi alma y mi hado y mis hermanos.[/SIZE][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]​

[FONT=Times New Roman][FONT=Times New Roman][FONT=Times New Roman]

[FONT=Times New Roman][SIZE=3]Todo fue muy rápido y placentero…al salir despedido de mi cuerpo la velocidad se me hizo hormiga, y juntos, fuimos hacia la otra torre y la demás torres desvestidas, en aquella tarde sempiterna, por la estrella en el Sol. Una exangüe tundra me observaba desde dos hexágonos allá dónde había (re)comenzado mi relato. Ustedes saben, esas nimiedades nunca me importaron, además ahora contaba con la volubilidad del tallo sobre el eje y las transmigraciones del amor.-[/SIZE][/FONT][/font][/font][/font]

 

Nada como sentarse a reventar nueces con dientes surrealistas.

Saludos Solsticio.