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Los abuelos

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por carlos lopez dzur, 4 de Septiembre de 2008. Respuestas: 6 | Visitas: 1375

  1. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    ... a Cristina y Benavito


    Cinco senderos son sus dedos,
    ricamente teñidos de pasado;
    otros cinco, hábiles
    comunicantes de futuro.

    A su epidermis se añaden:
    el cielo de las uñas con su color
    de pétalos rosados y una insinuante red
    de venas azulosas y el verde imperceptible
    de la esperanza tejiéndose en lo oculto,
    utópicamente vital, señera, en su imperio.

    Sus dedos largos, tan finos, son el rastro
    de edades, con muchos alcoiris;
    y el terso corazón, labios melodiosos,
    me parece que tiene. Ella es una piedra
    que juega con los lirios.

    A sus manos las desplaza suavemente
    como si fueran ramas
    lentamente acariciadas por el viento.

    Ella se sabe un árbol, o una hidríade...
    (aún es graciosa cuando atrapa
    la pureza de las cosas y se rebela
    contra el estío del mundo).

    Los nudillos, cinco besos,
    y las yemas de sus dedos,
    mapas, geografías, viajes trazados
    en la carne que ha buscado horizontes
    (donde abunda más el amor que las cosas).

    No creo que su cara tenga arrugas,
    sino pecas, besos de mariposas,
    revuelo de muchos gestos que visitan
    su rostro y escriben en la piel su amor
    y la llenan de alcoiris y relámpagos.

    2.

    Ahora ella me mira a la distancia.
    Advina que vengo con sigilo.
    Jugaba yo en el campo, nutrido de sol
    (y perseguí unos trinos, me seducen los pájaros).

    ¡Qué dulcemente ella me llama con el trajín
    que agita con su mano, quieta hasta entonces!
    La distingo y ha de ser como paloma
    de cinco alas. Querrá jugar conmigo.

    Las palmas de sus manos son mansa tibieza,
    latidos blancos, sedosos,
    y cuando aprieta mis dedos
    me imagino que la vida se acumula
    en mí, como si fuese una pila
    que suma sus años y mis años
    y descarga su corriente de energía.

    Mi abuela me define lo eterno
    con sus manos y es lo que necesito,
    sus manos que escarban mis asuetos.
    Su amor que energiza es mi alegría.

    3.

    Solo, entre la gente, está él
    (aunque conoce las uvas del majuelo);
    y triste ... pero los jilguerillos trinan como siempre
    y las golondrinas se anidan en balcones
    y él, mi abuelo, las mira con la dulce piedad
    de la simbiosis.

    A él esperaban muchos de los que sufren,
    niños con trichulis y parásitos, guajiritos
    con los ojos tan grandes como sus barrigas,
    mulatas que serán primerizas.

    (Su clínica está llena de enfermos
    y nadie le llama Simón,
    sino Viejo Santo y bendito).

    Las sombras le acompañan, pero no le hablan.
    La Habana de adoquines conoce su ternura;
    sus amores, admira; pero la calle es dura...
    y es como cerviz de piedra,
    muy pulida y jabata.

    En la noche volverá a casa y estará solo.
    La vejez está diciendo: «No sonrías».
    Su boca ya no quiere tantas voces.
    El corazón multiplica más recuerdos
    que paliques en guatequerías.

    El hijo de su carne está en la guerra;
    el hijo de su hermano, tan amado,
    está en la noche, muerto.
    Los nazis lo reventaron a balazos.

    Mi abuelo Benavito ya no es pobre,
    pero la riqueza de su casa tiene lágrimas
    y el azar del capricho hila ironías
    con lutos y premeditaciones.

    4.

    ¡Mirad qué solo está, abuelo solo,
    porque Elohim se hizo para él
    una simple palabra del Siddur!

    La palabra sola y el solo Dios caminan
    entre infieles e incrédulos,
    entre saduceos como él, que antes litaba,
    y se comía el libro de los píos.

    Hoy no visita ni a los templos del consuelo.
    Realenga está su alma, sin sábado de justo,
    sin havdalah en el vino.

    Bet ha tefillah fue asaltada
    en la riña de estos años de guerra sucia
    y de imperialismo.
    Y el abuelo maldijo
    y se mordió en su lástima
    por no querer la lengua como llama
    ni la Mano de Elohim como su amparo.

    La soledad da coces al aguijón
    y en el abuelo triste, viejo solo,
    la historia pudo más que el príncipe del sábado
    y la reina Nashim, La Sueca, Cristina.

    La abuelita Cristina,
    dulce de alma,
    a su sombra, permanece
    y le seca sus lágrimas
    y le oculta las suyas.

    Con la pipa en los labios, Simón está
    y oculta que está solo, aunque hay gente
    que lo llama a los partos,
    y lo abrazan
    y le besan el pecho,
    porque es alto como una nube.

    Triste se tiende sobre el lecho
    al lado de la esposa. Vehemente en dolor,
    en yugo primitivo,
    su barba amanece, crecida en grises;
    pero no piensa cortarla jamás.

    Como al hijo del castigo,
    la soledad saluda a su mañana;
    el sol de baronshin está en desobediencia:
    el viejo está sin fe, por días y días.

    Seco de labios, mustio, aunque del vino rutinario
    él probara su dulzura
    y del secreto majuelo del ayer
    bebiera dicha, aún no se seca la queja:
    «Se fue a la guerra»
    o el aviso del maskilim,
    es por falta de ángel,
    de dulce fantasía,
    o vigor en la carne.

    La soledad te vencerá
    poco a poco, le dijeron,
    hasta la muerte, pero la gente ¡qué sabe!

    El se sostiene activo y, en privado,
    La Abuela con los suyos consolidan su mundo:
    «¡Te amamos, Benavito! ¡No llores!»

    Junio 1980

    http://carloslopezdzur-carlos.blogspot.com/2008/08/indice-heideggerianas.html
     
    #1
  2. alejandra abboud

    alejandra abboud Poeta adicto al portal

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    te felicito por rendir homenaje a los seres que junto a los niños , son lo más puro e inocente que hay ,, y su amor es incondicional , eterno ,,, gracias por dedicar tus letras a esta otra clase de amor , tan fraternal y profundo ,, besosss
     
    #2
  3. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, Alejandra, por pasar y leer.
    Un abrazo,
    carlos
     
    #3
  4. lucecitas

    lucecitas Poeta fiel al portal

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    Precioso versar en memoria de los tan queridos abuelos, esos seres que
    dejan tras de si una estela dorada y luminosa , largaaaaaa cómo años
    yexperiencias vividas....Bello muy bello , un gustazo leerte, besos de Luz.
     
    #4
  5. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, lucecitas, por pasar y leer.
    un abrazo,
    carlos
     
    #5

  6. Carlos.
    es una larga pero muy placentera poesía.
    he conocido a tus abuelos.
    El con su fe perdida en estos día, con toda la razon que clama justicia.
    Ella siempre junto a él como una sombra, llena de ternuras.
    las virtudes de los dos se encuentran ampliamente retratadas.
    sabes he recordado a mis abuelos, ya no están, pero su amor se quedo en mí.
    El leerte ha sido como ir deshojando poco a poco dos vidas hermosas.
    mis estrellas y un abrazo.
    Ana.:::hug:::
     
    #6
  7. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Benavito fue uno de esos médicos de los campos a quien nunca lo tentó la fama, el mercenarismo, abandonar a sus pacientes en tiempos de crisis; el 80% de los médicos cubanos abandonaron el país al triunfar Castro, el país lo necesitaba; pero ellos no al país.

    Benavito nunca dejó la ruralía de Cuba, llena de necesidad y enfermos; y sufrió con dolor la pérdida de seres queridos muertos durante la segunda guerra mundial. Murió poco despu
    0s de la Revolución. La abuela Cristina fue otro ejemplo de ternura, de juego armonioso y muestra de fidelidad... a más pasa el tiempo, más nostalgia me da transmite el recordar sus vidas...

    carlos
     
    #7

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